Sé que es un titular impactante. Soy plenamente consciente.
Os aseguro es que esa es mi intención.
Creo que ya he expresado con meridiana claridad en esta página y en mis redes sociales lo que pienso de los anti vacunas y de los negacionistas.
Sólo me queda apuntalar una última idea que, quizás, pueda ser útil para los próximos meses.
Dado que los números de la pandemia GRACIAS A LA VACUNACIÓN tienden a mejorar, será más probable que afloren los que, al no tener el riesgo de enfermar tan cerca, se vean más seguros para seguir afirmando que las vacunas no funcionan, que la OMS miente, que las mascarillas son un bozal e, incluso, que el Covid no existe. Las mismas mierdas indecentes de costumbre.
Os quiero contar cómo estoy gestionando en conversaciones públicas el asunto.
Cuando detecto algún comentario más o menos afín a las teorías consparonicas suelto: Para mí alguien que niega la pandemia es igual que un pederasta. Normalmente esa afirmación causa revuelo y si me preguntan por qué, les argumento lo siguiente: “De la misma manera que hemos conseguido como sociedad condenar con rotundidad el que alguien señale a un niño de 10 años y diga que le excita sexualmente, yo aspiro a que hagamos algo parecido con cualquier idiota que, por haber visto dos vídeos de internet, se atreve a cuestionar a científicos y a ponernos a todos en riesgo.
Así suelo actuar con quien intuyo coquetea con teorías que niegan la pandemia.
Suele ser mano de santo para cortar más afirmaciones afines a la causa anti vacunas.
Estos, precisamente, los anti vacunas, conforme se cree la deseada inmunidad de rebaño seguro que aparecerán como setas. Ya era así antes de la pandemia.
En Barcelona o en Madrid es fácil ser antivacunas ya que la inmensa mayoría de la población está vacunada y el riesgo de no vacunar a tu hijo es ínfimo. Siempre me ha dado rabia la cobardía que se enmascara detrás de esta conducta. Me juego lo que quieras a que si fueran a vivir a Ruanda no actuarían igual. En fin, consecuencias del estupendismo primermundista.
Son los mismos listos que te juzgan de paranoico o de oveja por seguir las indicaciones de las autoridades sanitarias. Por cierto, si os fijáis, dónde más disidencia encuentras es en los sectores muy pijos y en los muy hippies, que muy a menudo, sospecho, no están muy lejos. Todos se sienten más listos y mejor informados que los demás.
Mi analogía con la pederastia, por supuesto, no logrará que ninguno de ellos cambie de opinión. No soy tan iluso. A lo que aspiro es a que en un futuro se lo piensen dos veces antes de soltar proclamas de las suyas en una reunión social. Que recuerden que quizás van a tener que enfrentarse a un loco como yo que los trata como si fueran pederastas, y solo por el mal rato se eviten decirlo. Que al menos, durante un rato, sepan que muchos les cuestionamos su estupidez y no soportamos que les salga gratis.
Que sepan que somos muchos los que no toleramos algo así sería una pequeña victoria moral
Conforme avance la desescalada y conquistemos una normalidad casi similar a la anterior a la pandemia intuyo que nos vamos a enfrentar a muchas situaciones sociales de este tipo. Hoy me apetecía contaros como lo voy a gestionar yo.
Abrazos múltiples.
Obviamente, ganarás atención en la comparativa y ojalá tus aspiraciones se consigan. Yo estoy sumamente entristecido: en uno de mis trabajos estoy cara al público y todos los putos días he de discutir con alguien para que se ponga la puta mascarilla. Suelo mandarlos a la mierda ( en mi cabeza ) y desearles que vivan en una cueva. Si vives en sociedad, hay unas reglas y punto!!!
Un estupendo consejo, Rafa.
Gracias.