Me sorprendieron con un regalo. Un altavoz. Precioso. Es también un asistente virtual con inteligencia artificial. Es decir: le puedes pedir algunas cosas y las hace (a veces).

Cosas como que ponga una canción, un estilo de música o que busque algún dato en internet. También puede contar chistes. Mis hijos me han explicado, emocionados, que incluso puedo conseguir que encienda o apague las luces o la calefacción con solo pedírselo… evidentemente tengo que tener más cosas nuevas para que lo haga. No lo va a hacer así, sin más, con los aparatos de toda la vida (y menos mal, porque me daría miedo si lo hiciera).
Toda la familia está feliz con nuestra nueva “mascota”. Le ríen las gracias, le piden cosas… y yo no sé lo que me pasa. A mi me estresa que no me entienda y si se equivoca poniendo una canción que no le he pedido o me dice que no encuentra mis canciones favoritas siento rabia. En serio, me enfado. Me enfado por algo tan absurdo como eso.

¿Es posible una inteligencia artificial con emociones y sentimientos?
Le pedí la canción Ciudadanos del mundo y me dijo que no la encontraba. Me quedé mirando al vacío. Respiré profundamente, me armé de paciencia y le lleve de la mano hasta el lugar donde guardamos las canciones. Allí, como canción más escuchada, está la que fue mi canción favorita del 2020 (me lo dice mi algo-ritmo):
“Si es un lobo, te come”
Esta expresión que usaba siempre mi madre cuando yo no encontraba algo que estaba delante de mis narices, hace tiempo que no es cierta en España. Lo explican en este artículo sobre el lobo ibérico.
Ahora, que ya nos vamos conociendo, le pido las cosas por favor y cuando acierta le doy las gracias.
Estoy preocupada.
Deja de preocuparte y ¡ocúpate!
si ya lo intento, ya…
Recuerdo a mi abuela hace ya muchos años (muchísimos), contándome emocionada sus avances en aquella clase de informática a la que se había apuntado. Fue en una conversación telefónica:
“Hija, estoy tan contenta. Mi profesor me ha dicho que mañana me enseñará a utilizar el ratón”.
Y mi abuela consiguió aprender a manejar el ratón, a usar el mail… llegó incluso a tener Facebook
Viene también a mi cabeza una anécdota con mi hija cuando tenía 3 años. Estaba sola jugando en su cuarto con una caja de herramientas de juguete que le habíamos regalado. Nosotros estábamos en la cocina preparando la cena. Ella gritó enfadada:
“¡Esta tuerca no me entiende!”
Mis dos hijos hace muchos años ya que no llevan pañales (muchos) y se entienden perfectamente con nuestro asistente virtual (que está en pañales pero aprende rapidísimo). Se ríen a carcajadas pidiéndole una de las canciones de Rafa para comprobar una y otra vez cómo censura la palabra “idiota”, sustituyéndola por un piiiiiiiiiiiiiiii .
El altavoz viaja por toda la casa. Le preguntan cosas, le piden que haga cosas…
Mirándoles aprendo, aunque no puedo evitar pensar que a mi, a estas alturas, en realidad, me entienden mucho mejor las tuercas.