–
- Crecer es un rollo.
Mi yo de 12 años está indignado conmigo. Me llama traidor. Cobarde. Y cosas peores que no quiero reproducir aquí.
Yo le digo que me entienda. Que a mi edad hay cosas que ya no puedo hacer, que no están bien vistas.
- Eres un gallina.
No voy a poder convencerle pese a que no paro de intentar argumentar el porqué de mi decisión.
En los dos últimos meses mi madre, mi mujer y uno de mis mejores amigos me han dicho lo mismo. “Rafita, con 42 años ya no puedes llevar camisetas con dibujos”. Es una sentencia firme contra la que no cabe recurso. El tribunal con su unanimidad descarta cualquier posibilidad de alegato, y debo vestir más sobrio a partir de ahora.
Hace años que lo venía sospechando, y con disimulo fui jubilando mis antiguas y preciadas camisetas de StarWars, Piezas de Lego, etc..
En mis conciertos desde hace bastante siempre llevo camiseta negra. Mi amigo Zambayonny hace parecido, Dios los cría.
Pero este verano argentino me topé en Costa del Este con esta camiseta de PacMan y no pude evitar comprármela.

Yo comprendo que con mis canas tiñendo mi pelo de blanco casi en su totalidad la linea entre madurito interesante y viejoven que hace el ridículo es muy fina. Ese era mi miedo también al entrar en TikTok.
Paralelamente a mi duelo por no poder llevar mis camisetas adolescentes dado a que eso asesina mi posible sexapeal de cuarentón, me junté con mis amigos en Madrid para comer, entre los cuales estaba Marwan que últimamente se viste así.

Como somos amigos, y los amigos somos hijos de puta, nos hemos metido y reído de él con él. De hecho yo vi esta foto en su instagram con Sara Carbonero y no pude evitar tunearla un poco y mandarle esto.

Maru que es un tío con un corazón enorme y mucho sentido del humor se descojonó, pero también dimos pie con estas bromas a una conversación que me parece interesante contar hoy aquí. Él sostiene que durante demasiados años no se ha vestido como verdaderamente quería por miedo al qué dirán y que ahora ha decidido permitírselo.
Me pareció interesante y le pregunté hasta que punto lo hacía por ser artista, porque, para mí, no debería ser eso un condicionante. Es decir, si lo haces porque te mola, cojonudo, si lo haces porque crees que debes hacerlo por tu profesión, ya no me gusta tanto. Maru, con su sinceridad característica, me respondió que a veces se planteaba que también era importante que un artista se vista como tal y se distinga en eso también.
Me gustó el debate, y si os soy sincero, aún dudo cuando pienso en ello.
Yo siempre he sido mas fan de Springsteen que de Bowie, es decir, poco del glam y más de la estética natural, pero entiendo lo que apunta Marwan, y es más, también entiendo que la gente que más me quiere intente evitar mi look si ellos creen que no es adecuado.
Me gustaría decir que voy a hacer lo que me dé la gana, y que no seguiré el consejo que mis seres queridos me están dando, pero os mentiría. Ninguno somos ajenos al juicio de los demás. Importa gustarse a uno mismo, pero los ojos de los otros también nos definen. Es fácil criticar la dependencia estética de las nuevas generaciones en redes sociales como Instagram y TikTok, pero la mía tampoco es inmune a las imposiciones de las modas.
Pero sigo en conflicto. Dudando.
Ahí están los tres planteamientos apuntando a tres horizontes diferentes. Mi yo de 12 años protestando hacia un lado, Marwan marcando un rumbo al otro, y mi familia y resto de amigos hacia al centro.
Mi yo de 12 años, un poco pesado, también protestó cuando dejé de jugar con soldados o con cochecitos en mi adolescencia. No me lo perdonó entonces. Pero hace poco, desde que soy padre, está volviendo a disfrutar al verme jugando con mi hijo.
Quizás con la moda pase lo mismo, quizás un día sea lo más que los cuarentones llevemos camisetas de películas. De momento, no las voy a tirar, pero sí a guardarlas en el armario, y ¿sabéis por qué lo hago? Por que me gusta verme guapo, como a todos.
Por cierto, mañana me voy a ir a cortar el pelo.
- Déjatelo largo, que mola más.
Calla, niño.