Canciones Y Realidad

El otro día comentaba una cosa con Rafa. ¿Te has fijado que cuando alguien hace una película tenemos claro que es una película y no la realidad? Es decir, no vemos una peli del Oeste y salimos después a la calle a pegar tiros. Es una película, ficción.

“Cuando alguien hace una película tenemos claro que no es realidad”

Eso, por alguna extraña razón, le comentaba, no pasa con las canciones. Lo que pasa con una canción, es que normalmente el que la escucha la suele percibir como cierta. Y además, queremos que sea cierto. Y si nos dicen que no es cierto, nos da igual, es cierto y punto. Eso pasa por ejemplo con “Paco entre caballeros” de Sabina. La gente quiere que sea verdad. Lo necesita. Necesitamos que lo que explican las canciones de nuestros artistas favoritos sea todo cierto. En realidad, un autor, al igual que un director de cine ,tiene todo el derecho del mundo a sentarse y explicarse o no, con la historia que le dé la real gana para transmitir algo o no.

“El que escucha una canción la suele percibir como cierta”

Últimamente me paro a escuchar las letras de algunas canciones. Deberíamos tener claro qué parte es ficción y qué parte literatura.  Sobre todo para no llevar a cabo patrones que no son reales. Por ejemplo, si te deja tu novia o tu novio y te da por beber, es poco probable que te pase nada interesante. Los camareros que aguantan a un borracho deprimido por una ruptura salen en los videoclips. Pero los de verdad no están para muchas hostias de estas. Tampoco es probable que si intentas recuperar a esa persona desde ese estado pase nada positivo. Probablemente te denuncie, y con razón.

“Los camareros de verdad no están para muchas hostias”

Y por supuesto, existe la trata de blancas. Quiero decir, las prostitutas de las canciones son actrices. En la vida real, si la Magdalena pide un trago y tú le invitas a cien, ese dinero es para su proxeneta.

Pero no me quiero poner dramático. Porque me gusta mucho Perales. Y yo a Perales sí que me lo creo. Y creo que sí es posible marcharse y llamarle a un velero libertad. Y también creo que es posible dibujar gaviotas en el cielo. O hacer camino al andar. Lo que sí que tengo claro es que pudiendo elegir prefiero esa ficción como realidad.

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