Estaba el otro día jugando al trivial con mis hijos adolescentes y el mayor tenía problemas para recordar el nombre de una persona.
- Sí, ¡joder! Este…, ¿cómo se llamaba? Que le cayó “hate” por twitter…
- Le cayó “hate” (la gente se metió con él).
- “Funar” a alguien (expulsarlo de algún sitio).
- “Favear” (dar favorito en una red social).
- “Bro” (amigo, independientemente del sexo).
- Crear “hype” (crear expectación)
Los “zetas” tienen un lenguaje propio, como lo han tenido todas las generaciones anteriores, destinado a entenderse entre ellos y hacer algo diferente a lo que hacen sus contrarios (padres y personas que ellos consideran viejos).

Sin embargo, esta utilización de términos en inglés o españolización de algunos de ellos se ve también en adultos.
Ahora hay mucha gente que dice que va a “aplicar” a un trabajo en lugar de decir que va a presentar una solicitud o sencillamente que va a enviar el currículum.
También hablamos de las “fake news” y no de los bulos.
Recuerdo que allá por el año 97, cuando yo me incorporaba ya en serio al mercado laboral, todos los viernes hacíamos una reunión. Cuando llevábamos un rato, mi jefe tomaba la palabra y decía: “vamos a hacer un break”.
A mí me ponía de los nervios.
Siempre he sido un poco “friki” del lenguaje, la ortografía y la gramática, y aunque puedo cometer errores como cualquiera, procuro esforzarme en ser lo más correcta que puedo y la RAE está entre mis favoritos de internet.
Por cierto, a la RAE tampoco le gusta mucho esto de los anglicismos.
Pero si soy “friki” del lenguaje, lo soy aún más de replantearme las cosas, aprender, cambiar de opinión y decidir que los señores de la RAE y una servidora somos unos aburridos.
Si nos informamos un poco, nos damos cuenta de que esta mezcla entre el inglés y el español ya sucede en América latina desde el siglo XX y en las zonas con más hispanohablantes de los Estados Unidos en el sentido contrario.
El lenguaje está vivo, y cambia como siempre ha cambiado a lo largo de los años (ya no hablamos como en la Edad Media, ni siquiera como en el S. XX), y siempre cambia primero en la calle y luego en las instituciones.
Como casi todo.
La irrupción de Internet en nuestras vidas a finales del siglo pasado simplemente ha acelerado este cambio, ha globalizado lo que ya estaba pasando en zonas cercanas geográficamente. Más de la mitad de las páginas web están escritas en inglés, tenemos disponible para hablar a gente de cualquier lugar del mundo con solo un click, el lenguaje de los emojis se ha hecho universal y los juegos, las series y en general todo el contenido digital son lugares propicios para que surjan un montón de nuevas expresiones y palabras.
¡Y eso no es malo! Es la evolución natural.
Así que yo me voy a dar permiso para experimentar.
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