Hace unos días se anunció que Warner Bros. Entertainment Inc. iba a hacer estreno simultáneo en 2021 de sus producciones, tanto en cines como en HBO Max, que llegará a España en abril de este año. Esto implica un cambio de paradigma en el mundo del entretenimiento, tal y cómo lo conocemos ahora.

Una nueva crisis se cierne sobre el sector de las salas de cine, que desde que apareció en la ciudad de La Ciotat, cerca de Marsella, en 1899, siempre se ha visto amenazado por nuevas tecnologías que han surgido a lo largo de las décadas.
Primero fue la llegada de la pequeña pantalla, en blanco y negro, a los hogares en los años 50, pero el cine consiguió resistir incorporando el color en la gran pantalla. Más tarde llegaría la llegada del vídeo doméstico, en los años 80, que también decían que supondría la caída de las salas. Pero una vez más volvieron a resistir estoicamente, como los rohirrim ante el asalto de los uruk-hai en el Abismo de Helm, trayendo consigo lo que se conoce como blockbusters y el llamado cine comercial. Tiempo después llegó el DVD, que implicaba mayor calidad de imagen que el VHS, pero las salas de proyección siguieron adelante.

Con la llegada de las plataformas de streaming, la forma de consumir productos audiovisuales ha cambiado. Ahora la “serie de la semana” te la engulles en un par días, y tan pronto como la has visto la has olvidado.
En cambio, la experiencia de ir al cine tiene algo de ritual mágico, en el que durante dos horas compartes con desconocidos risas, emociones, alegrías, sustos, tensión y un largo etcétera de sensaciones que las películas nos regalan cuando te sientas en tu butaca y se apagan las luces, eso nunca morirá.
Larga vida al cine.