Coronavirus: El Desmontaje

Ayer al volver de Barcelona, tuve que esperar a que llegara el tren unos diez minutos. Me gusta esperar a los trenes sin hacer nada, mirando hacia la vía. Los que me conocen saben que amo los trenes. El caso es que ayer, mientras esperaba el tren en Sants, me quedé mirando las marcas de zapatos del suelo que indican la distancia de seguridad a mantener por el Coronavirus. Y lo que me vino a la cabeza es que ahora toca el desmontaje.

“Me vino ayer a la cabeza la idea de que ahora toca el desmontaje del Coronavirus”

La pandemia parece que afortunadamente va remitiendo, pero nuestra rutina diaria está llena de pegatinas por todas partes que nos recuerdan a ella. Marcas en el suelo, marcas en la parada del bus, marcas en el bus, marcas en las tiendas, en el ambulatorio, pegatinas y más pegatinas por todas partes. Carteles y más carteles. Yo, que soy muy preguntón conmigo mismo, y me pregunto cosas extrañas, me preguntaba ayer ¿Quién será el último trabajador que quitará la última pegatina de todas?

“Nuestra rutina diaria está llena de pegatinas que nos recuerdan la pandemia”

En realidad, vivimos rodeados de pegatinas y carteles. En el mundo de la tecnología móvil, los carteles y las pegatinas tienen un espacio privilegiado que parece intocable. Paramos a leer los carteles y a mirar pegatinas. De lo que sea. De ofertas, de descuentos, de avisos, de viajes, …El papel escrito sigue teniendo su peso.

El caso es que remitiendo la pandemia, ,toca el desmontaje. Y el caso también es que hay un desmontaje en todo esto que va a ser responsabilidad y trabajo de todos y en el que deberíamos implicarnos, para ser otra vez mejores. Ya no hablo tanto de que vuelvan los besos y los abrazos. Puedo respetar que esto cada uno adquiera su propia velocidad de crucero y sea algo que cada uno gestione cómo devolver a su mundo . Pero sí que hablo de las acciones evasivas o de enfrentamiento.

“Toca desmontar también las acciones evasivas o de enfrentamiento”

Por ejemplo, me gustaría volver a caminar por la calle sin que alguien que se va acercando a mí cambie de acera. Al principio me angustiaba mucho eso, luego me acostumbré. Ahora me quiero desacostumbrar. Y también me gustaría que la gente dejara de discutir en la playa por mantener uno o un metro y medio o dos de seguridad. No tengo nada en contra de que se mantenga la distancia el tiempo que aún sea necesario. Pero sí que me gustaría que la costumbre que hemos adquirido de la discusión terminara y que el ruido, cese.

Montamos juntos el sistema de protección frente al Coronavirus. Tan importante como haber hecho eso, es ahora, desmontarlo para poder seguir siendo un poco más humanos.

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