El otro día un cura que iba sin mascarilla dentro de un centro escolar me dijo “No creo en mordazas y estoy absolutamente en contra de la Organización Mundial de la Salud”.
Nos habíamos reunido con él en un Colegio de Buenos Aires porque era nuestra intención apuntar a nuestro hijo de 6 años allá el próximo curso. Nos quedaba cerca de casa y viendo las instalaciones parecía un lugar más que digno. Es un colegio católico, y eso no es para mí ningún problema pese a ser agnóstico practicante ya que mi mujer sí que es creyente y ambos estudiamos en un colegio religioso guardando muy buen recuerdo de la experiencia. Lo que voy a contar no tiene nada que ver con la Fe o con Dios. Si explico esto aquí, hoy, es porque lo que sucedió nos dejó alucinados y tiene mucho que ver con el auge de las Fake News, y con el riesgo de la radicalización.
Nos recibió el padre rector para una entrevista en la que se suponía iban a validar nuestra aptitud como padres para admitir a nuestro hijo, él ya había pasado el nivel con altura. Nada mas entrar nos percatamos que el susodicho párroco no usaba mascarilla, no solo eso, sino que antes de sentarse nos advirtió “Tengo una pequeña Tos alérgica que no es nada, pero si se sienten ustedes mal suspendemos la reunión”. “¿Y no se puede usted poner mascarilla? le pregunté sorprendido, a lo que me contestó “No, no creo en mordazas”. Cyn, mi mujer, le propuso ir al aire libre para tener la reunión y también se negó, añadiendo ante nuestra cara de asombro “Acá el rector soy yo, y les aclaro que si les recibo la siguiente semana será también sin usar barbijo”. No dábamos crédito, pero le pude preguntar”¿Es una cuestión de Fe?”. Su respuesta fue sencillamente increíble. “Absolutamente. Estoy totalmente en contra de la OMS”.
Nos negamos a proseguir con la reunión y agradecimos que semejante personaje nos mostrara tan rápido su verdadera faz sin haber inscrito a nuestro hijo a ese centro, al que por supuesto no asistirá.
Varias reflexiones terribles nacen de esta experiencia:
1- No era sólo un caso aislado. En el rato en el que estuve dentro pude ver a otro sacerdote de unos veinte pocos años sin mascarilla sentado junto a un niño con el que charlaba.
2- Si nosotros observamos eso en apenas 15 minutos es imposible que el resto de padres o docentes que estaban en aquel momento (unas 25 personas más o menos) no se percataran. Simplemente miran para otro lado o comulgan con la ideología. ¿Harían lo mismo si les atiende un camarero sin mascarilla?. Nunca lo sabremos, pero uno sospecha que el poder maquilla estas actuaciones.
3. La sensación de impunidad total. No me impacta tanto que el tipo piense semejante locura si no que no le importe un carajo expresarlo en nuestra cara. Y es que no toda opinión o práctica es respetable. Lo que estos señores hacen al ir sin mascarilla dentro de un centro de educación es sencillamente ilegal y muy peligroso en tiempos de pandemia, y debe ser denunciado, tal y como haremos, de hecho, por eso no estoy citando aquí aún los nombres de los protagonistas.
4- El auge de las putas fake news. El párroco me dijo sin ningún pavor “Estoy absolutamente en contra de la OMS”. Esta afirmación entronca perfectamente con el resto de afirmaciones fanáticas que tienen facciones conspiranoicas del mundo y que abarca extremismos de múltiples espectros ideológicos, surgiendo en este caso desde la extrema derecha. El documental Social Dilema de Netflix nos explica muy bien la proliferación de este fenómeno.
Dudaba si explicarlo aquí o no, pero me he encontrado con esta noticia y no he podido evitar sonreír al leer que la OMS ha declarado que Santa Claus es inmune a la Covid y que garantizan que sí habrá regalos.
https://www.entrepreneur.com/article/361798
Yo elijo creer en Santa Claus porque en la ciencia no creo, en la ciencia milito.
Feliz Navidad.