Ayer a la una y media de la madrugada me desvelé. A veces me pasa y me entran ganas de comer chocolate. Y me dejo llevar. Así que me fui a por un helado y me senté en la cama. Agarré el móvil y con la otra mano entré en twitter. Con los ojos medio abiertos, medio cerrados, me llamó la atención un trending: “Don Gato”. ¿Y esto? Me dije.
El asunto en cuestión es que había muerto o fallecido el gato de un famoso Youtuber que se llama Auron. El gato también era famoso. Auron se apellida Play por cierto. Debe ser de Murcia. No lo sé. El caso es que su famoso gato había fallecido o muerto. Digo lo de fallecido por el respeto monumental que enseguida me di cuenta que le tenían todos sus seguidores. El aprecio a la perdida de algo importante hace que usemos el verbo “fallecer” y no “morir”.
“Don Gato ha muerto o fallecido”
Me quedé bastante impactado ante la noticia. Y enseguida me vinieron a la cabeza varias escenas de Regreso al futuro. He intentado pensar en alguna tan surrealista como que a una persona se le muera su gato, lo anuncie en una red social y 1 millón de personas reaccionen a ello. Pero no se me ocurre ninguna. Recuerdo cuando veía las películas que muchas de las cosas que proponían que pasarían en el futuro me parecían una locura, y entendía que muchas de ellas estaban llevadas al extremo por necesidad cinéfila.
“1 millón de personas reaccionaban a la muerte de Don Gato”
Pero el futuro ya está aquí. Y ha muerto Don Gato, el gatito de Auron. Los gatitos en nuestro mundo son intocables así que no voy a entrar a valorar el hecho en sí. Puedes meterte con un inmigrante, o con un pobre, puedes marginar a la gente que se muere de hambre, pero los gatitos son intocables. Rubén, no te metas con los gatitos, me dije.
“No puedes meterte con los gatitos”
Me volví a la cama intranquilo. O resignado ante lo que somos. Triste diría yo. Mañana escribiré algo sobre esto, aunque aún no sé muy bien el qué. Creo que no queda mucho para que Marty Mc Fly viaje al año donde alguien retransmite y monetiza la muerte de su madre o de su padre. Desde Andorra, por supuesto. Para su millón de seguidores. Y me da mucha pena.