Hace un par de semanas me fui a Bilbao por cuestiones laborales. Como buen anfitrión, el compañero de trabajo que allí me esperaba me dijo: ¡no te olvides del paraguas!
Parece ser que los 7 minutos al año que hay de verano en Bilbao ya habían sido y llevaban bastante tiempo con el cielo encapotado.

Como no tengo un paraguas plegable porque en Zaragoza el cierzo se ríe de ellos, quedé con mi madre, que es más previsora y sí que tiene, a desayunar en la estación antes de que saliera el tren. Pagué, por una vez me adelanté a ella, con el Apple Watch.
Cuando estábamos con el café y el croissant, le dije:
– Si algún día tengo que pagar con dinero, tendré que correr, porque pago hasta los cafés con tarjeta.
– Es que con dinero solo paga la gente mayor -me respondió.
Mi madre tiene 75 años.
La juventud de mi madre es indiscutible: viste joven, se hace listas de reproducción en el móvil, juega al apalabrados, se peina sin rulos y camina más deprisa que yo.
Pero su futuro es ahora.
A mí, a otro nivel, me empieza a pasar un poco lo mismo. Tengo la sensación (casi casi la certeza), de que ya llevo más camino recorrido del que me queda, pero al contrario de cuando hacía las rutas por el Pirineo y caminaba rumbo a maravilloso Ibon de Respomuso, la sensación no es de alivio sino de prisas por vivir.
Y mira que la vida te va avisando: la primera vez que un niño te llama señora y tú aún no tienes ni 30 años, el día que te das cuenta que todos los futbolistas son más jóvenes que tú, el día que tu compañero de trabajo ha ido al mismo instituto que tu hijo y además han coincidido. Y así un montón de avisos.
Pero tú nada, ni caso, tú sigues cumpliendo cosas que parece que hay que hacer sí o sí.
Y de repente, saltas los 45 y ya te compraste un piso, ya te casaste, ya te divorciaste, ya tuviste hijos que iban al cole, ya cambiaste de trabajo, etc. Parece que lo único a lo que tienes que dedicarte ahora es a vivir, porque el futuro es ahora, aunque tengas la sensación de que nunca ha llegado y de que ya nunca llegará.
Y la vida que es muy puta, te tiene reservada una sorpresa: cuando más ganas de vivir tienes, no es cuando más energía, amigos y planes tienes, sino cuando te das cuenta de que vivir es urgente, porque, una vez más, el futuro es ahora.
Y llegan las crisis de los 50, y te compras una moto, un deportivo, una minifalda demasiado pequeña o haces como yo, que el 31 de agosto de 2021, me he inscrito en un club de running para ponerme en forma y para tomar cervezas al terminar de correr.
Y es que señoras y señores, el futuro es ahora y urge vivirlo.
¡Feliz septiembre!
¡Feliz curso nuevo!