El otro día descubrí, de casualidad, que cada vez que damos de alta un concierto en mi perfil de Entradium, plataforma con la que suelo vender la mayoría de entradas de mis giras, la gente puede comentar. Fue una sorpresa leer comentarios y me entretuve un rato mirando eventos y opiniones de conciertos pasados. Fue enriquecedor y lamenté no haberlo descubierto antes, a partir de ahora estaré más atento, porque al final un concierto es algo dinámico y la gente explica si le gusta más o menos una sala, si tu actuación la prefieren a otras etc. Muy enriquecedor.
Me llamó la atención que no encontré HATERS. Es algo que me suele ocurrir, la proporción de opiniones negativas en mis redes es bajísima. Mi sensación siempre es la misma, creo que el que tiene ganas de criticarme se corta al percibir que yo no soy tan famoso como otros artistas, que lo mío se sustenta en el boca a boca de la gente, y quizás al criticarme se lleva zascas no esperados de otros lectores. Alguna vez ha ocurrido.
Sé que es un tema recurrente en mis artículos aquí, me encanta reflexionar acerca de como nos enfrentamos a la opinión de los demás. Ya aprendí que nunca ganas si contestas a un hater.
Pero es que no deja de fascinarme lo vulnerables que somos a la opinión de los otros.
Le concedemos más importancia a las opiniones negativas que a las positivas. No deja de ser de mala educación no agradecer una caricia, y por el contrario, sí lo es que nuestro ego necesite replicar al Hater fingiendo que no nos importa su mordisco, cuando precisamente es porque nos jode que le contestamos. Es tremendamente injusto que contestemos en redes sociales a aquellos que nos critican y no a quienes nos muestran su cariño.
¿Se cumplirá esa misma proporción en la vida real? Creo que en cierto modo sí. Si después de una cita con alguien descubres que cuenta cuatro cosas buenas de ti y una mala, es muy probable que la mala te fastidie el día. Suspender un examen jode más que alegría da aprobar otro.
Yo hace tiempo escribí una canción que bromea con la idea de la gente que, para llamar tu atención, te dice algo hostil, incluso, a veces, como una técnica, piensan, para seducirte.
Cada vez son más los casos de famosos que se están retirando de Twitter. La verdad es que si alguna red social se ha convertido en la zona cero de la ira de extraños esa es Twitter.
Me pareció interesante lo que escribió Ada Colau cuando dejó la red social. Me da igual su ideología, en este caso no es importante. Te guste cero o la apoyes a saco me pareció bastante sensato lo que expresó.
Me llamó mucho la atención un concepto “La tiranía de la presencia permanente”. Me ha hecho reflexionar, la verdad. Esa necesidad que tenemos todos de opinar de todo. A veces una buena dosis de realidad te coloca en tu sitio.
Lo malo de Twitter con los famosos es que incluso, cuando no opinan, se les recrimina que no lo hagan. O bien, cuando quieren pacificar no se les permite. Un ejemplo.
Os animo a leer un rato los comentarios que suscitó su primer tweet. He leído unos 60 y todos eran hostiles. Es curioso porque Dani Mateo que se ha posicionado muchas veces del lado de la izquierda española intentó con su publicación destensar un poco el clima de confrontación. Se equivocó, pero creo que, sobre todo, erró el foro.
Sea como sea el nivel de agresividad y de dureza para con los terceros es incuestionable.
La necesidad de odiar y desfogarse que aporta Twitter antes se canalizaba en otros lugares. La gente iba a un campo de fútbol a gritar locuras contra un rival o contra un árbitro. También he visto esa inquina en la mirada de los que conducen e increpan a otro. El ser humano necesita proyectar esa agresividad hacia los demás, y en el anonimato o escondidos en la multitud se sienten más a salvo. En las distancias cortas no suelen ser tan hostiles.
Son muchos los casos de famosos que cuentan que han sufrido iras inaceptables.
No me gustaría dramatizar, mi sensación es que todo es más una pantomima, como cuando la gente descarga rabia dando puñetazos contra un saco de boxeo, dudo que jamás golpearan a un ser humano con tanta dureza. De la misma manera que otra pregunta me surge en cuanto a juzgar conductas de terceros ¿Será la gente tan dura consigo misma?
Por cierto, en esta publicación no se aceptan comentarios. O sí.