Me levanto de la siesta y me encuentro a mis hijos en la cocina. Han decidido lanzarse y preparar masa para croquetas siguiendo la receta de su abuela. Por lo visto toca pasar la tarde de domingo en la cocina.
Mientras vigilo la operación intentando no terminar embadurnada de harina, llega un mensaje de Rafa al grupo de amigos en el móvil:
¿Para freír las croquetas hay que descongelarlas antes?

Contesto que yo las frío sin descongelar (de hecho siempre las congelo antes de freírlas). Pero parece que soy la única en el grupo. Tal vez porque uso freidora. Una freidora clásica, de las de aceite y no esas nuevas que van con aire.
No he probado nunca las croquetas fritas con aire pero en otro de mis grupos he oído comentar que no tienen nada que ver. Me pregunto qué opinará Rafa de eso de freír croquetas en el aire.

Y pensando en freidoras me quedo ensimismada. Recuerdo de repente que una de las cosas que más me gustan de mi MacBook Air tiene su origen en una freidora: el cable magnético MagSafe. Ese cable que encaja lo pongas como lo pongas y que se desprende enseguida cuando tiras de él. Ya no lo incorporan los nuevos modelos de Apple. En el futuro lo echaré de menos. Soy de esas personas que tropiezan dos veces con el mismo cable.
