Uno escribe para que pasen cosas, para provocar reacciones e interacciones, y eso ocurrió el otro día con mi artículo sobre mi cambio de rumbo estético influenciado por mi madre, mi mujer y uno de mis mejores amigos.
En mi muro de Instagram suelo colgar un par de párrafos destacando partes del artículo y ahí surgieron muchos comentarios. La mayoría me instaban a pasar del qué dirán y a ignorar los consejos de mis seres queridos “Que nadie te cambie, Rafita”.
Me encantó el debate, pero me surgieron bastantes dudas.
Lo primero que pensé es en lo sobrevalorada que está la autenticidad. El famoso “Sé tú mismo”. Yo he cambiado muchas veces de opinión y me enorgullezco de ello. No hago caso a ciegas, por supuesto, pero si me advierten de algo, lo tengo en cuenta. Yo soy quien soy, por lo que pienso, pero también gracias a lo que han ido pensando de mí los demás.
Creo que casi todo lo que ocurre en la vida ya lo han mostrado en la serie FRIENDS. Soy muy fan y me parece muy divertido como retratan muchas conductas. Recuerdo el episodio en el que Phoebe decide cambiarse su nombre por el de Princesa Consuela hasta que su novio Mike se lo cambia por el de Mierda Embolsada. Os dejo toda la secuencia.
Voy a ser un poco malo, pero creo que a muchos de los que me pedíais que fuera más auténtico no os gustaría que me presentara a la boda de vuestra hermana con una camiseta como esta.

No critico a la gente que me animaba a seguir llevando mis camisetas infantiles. Entiendo a lo que apuntaban, pero yo hablaba de otra cosa, reflexionaba sobre cómo en realidad fue duro darme cuenta que tenían razón y suelo estar más guapo si me visto mejor. Y creo que mola que me lo digan si me quieren. Si quiero llevo la ropa que me dé la gana, pero agradezco estar más guapo y saberlo.
Gracias al debate de la semana pasada he reflexionado mucho sobre la importancia del qué dirán. ¿Siempre está mal? Yo sostengo que no.
Existe una teoría que cuenta que existen tres barras, una es lo que somos en realidad, otra lo que creemos que somos y otra lo que los demás piensan que somos. Lo que afirma esa teoría es que cuanto más equilibradas están las tres más realizado te sientes. Muchas veces nos parece mal que la opinión de los demás sea algo tan importante para nosotros, y parece que eso nos hace ser menos auténticos, y creo que es un error verlo así.
Tan importante es lo que crees que eres, como lo que piensan los demás de ti. Darle mucha importancia a la opinión ajena puede ser muy peligroso, pero dársela a la tuya propia también lo es. Sin ir más lejos, yo sólo canto las canciones que me gustan, pero de entre esas, canto más veces las que más gustan al público.
Sobre esto, provocado por vuestras reacciones en redes sociales ( por cierto, seguidnos en las de El futuro Era mejor) me apetecía reflexionar hoy. Pero hay algo más y me encantaría que me ayudarais.
Quiero hacer un experimento con los que hayáis llegado hasta aquí. Se nos ocurrió con mi querido Joan Berenguer, colaborador del podcast y la web.
Sospechamos que muchos no leen el artículo y opinan en mi muro de Instagram solo en base a las capturas que subo. Comentar en público tiene mucho que ver con el qué dirán. No solo importa que te lea el tipo al que diriges el comentario, para eso le escribirías en privado, sino que te gusta que se sepa lo que piensas. Que lo sepan los demás. Yo soy el primero. No soy el mismo discutiendo con alguien si estamos solos a si lo hacemos con gente delante.
El experimento consiste en lo siguiente:
Si habéis llegado hasta aquí y habéis leído todo porque esa era vuestra intención desde que supiste que había publicado este artículo molaría que escribierais en mi muro de Instagram, algo parecido a esto:
- Me ha gustado el artículo menos el final. Ahí te has equivocado. (con vuestras palabras, por supuesto, pero esa idea).
Si habéis llegado hasta aquí porque habéis leído una frase como la anterior en el muro y os ha sorprendido escribid algo parecido a esto:
- La verdad no me ha parecido tan malo el final del artículo. (con vuestras palabras, por supuesto, pero esa idea).
Haced, cómo no, lo que os dé la gana, pero puede ser divertido analizar cuánta gente opina y porqué lo hace. ¿Nos importará lo que piensan los demás?