A veces me da por pensar cómo serían las redes sociales de personajes históricos como Dalí, Lorca, Cervantes, Velázquez o El Cid Campeador. ¿Os ha pasado? A mí, sí. Muchas veces me lo he imaginado.
¿Cómo sería el tuiter de Dalí? ¿Os imagináis a semejante mente tuiteando? “Messi me la peeeeeeeela yo estoy con mis relooooooojes”. No sé, tal vez sería así o tal vez no.
El caso es que el otro día me encontré a mi amiga Eva. Estuvimos hablando un rato sobre ese tema que los que ya somos más mayores llamamos “la juventud” o mejor dicho “es que la juventud”. Es que la juventud de hoy en día esto, es que la juventud de hoy en día lo otro. Un tema apasionante y que da para mucho.
“¿Os imagináis a Dalí con tuiter o Instagram?”
Pero en esta ocasión, Eva me dijo algo que me hizo pensar. ·”Rubén, es que la juventud de hoy en día se pone a hablar contestando o comentando tuits o posts con gente como Biden o Beyoncé, piénsalo, es una locura, se creen que hablan con ellos”. Pues sí, ¿os imagináis poder contestar a Dalí? “Buah, mira Salvador, ese cuadro de los relojes no lo entiende ni tu madre”. O por ejemplo “Cervantes, mucho rollo para contar lo mismo que todos. La novela española es una mierda, siempre hablando de guerras”.
“Hoy en día puedes contestar a Biden”
En todo esto hay una conclusión personal a la que sí que he llegado. Preferiría no conocer lo que piensan o hacen a cada momento la gente a la que admiro. Donde están de vacaciones, qué comen o qué opinan de cada cosa. Preferiría observarles como a Dalí, desde la ignorancia de su realidad mundana, de su rutina diaria. Preferiría tener que creer leyendas o anécdotas que se dicen o se cuentan sobre ellos. Eso les engrandece en mi cabeza. Preferiría que sus obras me marcaran. Pero eso es imposible. Porque son humanos, como yo. Y necesitan, como yo, mostrarse de vez en cuando. Enseñarse. Publicarse. Quererse.