De entre todos los instrumentos musicales extravagantes y especiales de los que hemos ido hablando en esta sección sin duda el que ha tenido mayor acogida entre los músicos es el Theremin, uno de los pocos instrumentos que se debe tocar sin tocarlo físicamente.
Esta genialidad fue ingeniada por el físico y violonchelista ruso Léon Theremin en 1920 y cuando estuvo satisfecho con su primer prototipo lo patentó ocho años después. Se tratan de dos antenas metálicas que detectan la posición relativa de las manos del intérprete: una antena controla un oscilador que cambia la frecuencia de la nota y la otra antena controla el volumen. Luego la caja de madera dónde están instaladas las antenas y los circuitos internos tiene una salida para conectar un cable que vaya a un amplificador o una mesa o tarjeta de sonido. Lo más adecuado es añadirle al sonido una buena dosis de reverberación para dar más solemnidad al sonido, que sino por si sólo suena muy estéril y seco.
Quizás muchos de vosotros lo hayáis visto en la popular serie “The big bang theory”, en un episodio dónde Sheldon lo tocaba.
La canción que Sheldon intentaba tocar de manera más o menos afinada forma parte de la banda sonora de la serie “Star Trek”, compuesta por Alexander Courage. Y es que el sonido que emite el theremin es ideal para imaginarse escenas en el espacio o con extraterrestres. Se usaba mucho también como efecto sonoro cuando aparecía un OVNI en pantalla.
Uno de los usos más conocidos del theremin en una canción pop (aunque usaron un derivado sin antenas llamado Electroteremín que se toca más o menos como una guitarra) es “Good vibrations” de los Beach Boys. Léon Theremin podía estar en parte orgulloso: cuando la gente intenta crear copias de tu producto es que has logrado crear algo exitoso.
(La primera aparación del instrumento es en el minuto 00:30):
Es de los poquísimos instrumentos modernos que se han usado en orquestas de música clásica (Dimitri Shostakovich fue el más famoso fan del Theremin) y sobretodo desde su popularidad se ha usado en bandas sonoras de películas (sobretodo gracias al compositor Miklós Rózsa), ya que se pueden conseguir sonoridades que evoquen una voz soprano pero con un toque moderno o, cómo ya hemos indicado, sonidos que nos transporten a mundos alienígenas.
Y evidentemente hay muchos fans entre músicos de pop-rock o de música eléctronica (todos ellos comparten la curiosidad por usar nuevas sonoridades en sus canciones), como por ejemplo los Pixies o Portishead. No podía faltar a la cita Jean-Michel Jarre, que ya sabemos que pocas veces le dice no a cualquier instrumento que se escape de la normalidad.
Sin duda es una experiecia muy divertida poder tocar un Theremin. Si en alguna tienda de instrumentos cercana sabéis que tienen uno yo no me lo pensaría y les pedería poder probarlo. Crear melodías sólo moviendo las manos en el aire tiene algo irresistible de magia.
Os dejamos con una interpretación sublime de la banda sonora de “Érase una vez en el Oeste”, del maestro Ennio Morricone, que con su habitual uso de sopranos cantando melodías ensoñadoras se presta fácilmente a ser adaptado al Theremin. Cerrad los ojos y dejad que Katica Illényi y la Orquesta Filarmónica de Gyor os transporte en medio de una de las grandes películas de Sergio Leone.