Estos días he leído en varias redes sociales que la mascarilla en realidad ayuda más que perjudica en cuanto a la percepción de belleza. Es decir, que todos parecemos más guapos. Quizás sea porque entre el mentón y la boca se estropean muchos rostros, o lo más probable es que nuestro cerebro redondee lo que vemos y lo mejore, como en una especie de filtro que incorporamos automáticamente.
Recuerdo que una vez destrocé el retrovisor izquierdo y cuando conducía hacia el taller y en un acto reflejo miraba hacia dónde ya no había nada, mi cerebro mandaba una orden muy peligrosa y errónea “tranquilo, no hay nada que ver, puedes girar”. Me asustó darme cuenta y me obligué a no mirar más.
Por otro lado, con las mascarillas debe ocurrir ahora algo parecido a cuando te enamoras y completas las casillas de información que te faltan sobre la vida de la otra persona con cosas buenas “Seguro que es buena hermana, mejor estudiante y siempre fiel”.
No obstante, las mascarillas que tan bien sientan a la imaginación y a la belleza están complicando los sistemas de reconocimiento facial (quien tenga iPhone lo sabe). En un artículo de Sergio Parra en Xataka leía que existen unas 16 expresiones faciales universales. https://www.xatakaciencia.com/psicologia/gracias-a-ia-ahora-sabemos-que-hay-16-expresiones-faciales-universales
No seré yo quien lo ponga en duda, pero no he podido evitar recordar que algunos prestigiosos actores quizás no necesiten tantas. (fuente sopitas.fm)