Año 2010. Teníamos correo electrónico desde hacía unos cuantos años y yo me dedicaba a vender vino por teléfono a pequeños empresarios. Tenía un cliente en Madrid que compraba de vez en cuando y ese día me pidió que le mandara una propuesta por correo electrónico. “Pero no me lo mandes al mail de siempre – me dijo – que no voy a estar en Madrid. Mándamelo al de Asturias“.
Esta anécdota, que no es la única, muestra muy bien el problema de dar por supuesto que todos tenemos unos mínimos conocimientos tecnológicos. Incluso hoy en día, en el que la tecnología llega a casi todo el mundo y el acceso a la información es más sencillo que nunca a través de nuestros teléfonos móviles.
Y no es solo una cuestión de edad, aunque la mayoría de las veces sí lo es, sino de intereses.
Una anécdota que ilustra muy bien esto de los intereses es el día que me empeñé en hacer unas cortinas para la habitación de mi hija. Había encontrado una tela juvenil y sobre todo barata, porque venía de unas cortinas más largas que solo había que cortar. Cortar y coser un dobladillo, nada más. Pensé que no podía ser tan difícil y me puse a ello.
Cortar, medir, poner alfileres. Difícil pero no imposible. Como no tengo máquina de coser mi pareja de entonces me prestó la que había en casa de su madre. Una de estas máquinas viejas que se accionan con un pedal.

Tomé con decisión la canilla y el hilo y los miré. No sabía por dónde empezar, cómo enhebrar aquel aparato del demonio. Miré en google pero no me aclaraba. Llamé a mi madre, pero podría haber llamado a cualquier amiga que adora la costura. Me habrían dicho lo mismo que me dijo ella:
— Con lo difícil que es el móvil y lo fácil que es esto, ¿cómo es posible que no lo entiendas?
Cada día veo gente, mayor y joven que no se apaña con las nuevas (no tan nuevas ya) tecnologías y que necesita tutela para cualquier cosa que haya que aprender o experimentar. Y creo que es porque no se estudia desde infantil, como leer y escribir.
Y es que usar un ordenador, una tablet, un teléfono móvil o internet ya ha cobrado la misma importancia que la lectoescritura y a en mi opinión debería tener un espacio en el currículum desde infantil y primaria. Aprender a usar el correo electrónico o a identificar los peligros de determinadas prácticas tiene que ser como el “no hables con desconocidos” de este ya no tan nuevo siglo.
Algo para practicar desde la cuna.