Puede que os suene haber visto en vuestras redes esta viñeta:

El texto de la viñeta traducido al castellano sería así:
¿Qué es esa marca en tu hombro mamá?
Es la cicatriz de mi vacuna de la viruela.
¿Por qué yo no tengo una igual?
Porque funcionó.
Y punto.
La ilustración es de Dawn Mockler y se volvió “viral” . No deja de tener su gracia que una viñeta que hace alusión a una vacuna, se vuelva viral.

Voy a dedicarle unas líneas a un tema que me apasiona y del que ya se ha hablado en varias ocasiones en el podcast EFEM. Lo hago hoy, 26 de febrero, porque un día como hoy nació una de las personas pioneras referente en enfermería, la primera enfermera en misión internacional, la única mujer en la Expedición Filantrópica de la Vacuna: Isabel Zendal.
Lo que voy a contar hoy lo podría resumir así: Las vacunas funcionan. Se puede decir más alto y si aún no lo tenéis claro aquí os recomiendo un libro que se llevó el premio Prisma de divulgación científica en 2018: ¿Funcionan las vacunas?
Y es que la viñeta con la que he empezado, hace alusión a la primera campaña de vacunación internacional de la historia, a la primera vacuna de la historia y a la primera enfermedad infecciosa erradicada. Y esto sí lo voy a decir más alto: ERRADICADA.
Desde sus inicios en el podcast EFEM hablamos de las personas que hay detrás de los inventos, de la innovación, de las cosas que hacen que el futuro sea mejor. Y en la historia de las vacunas hay muchas personas a las que rendir homenaje.
Hoy, acompañando a Isabel Zendal, os traigo a un médico inglés, que con su idea innovadora se llevó burlas en su época, pero nos dejó uno de los mejores inventos de la historia. Me refiero a Edward Jenner y os dejo aquí link a un artículo del blog cultural de Javier Peláez: Edward Jenner, de monstruo a héroe universal.
Javier Peláez tiene un Podcast apasionante sobre expediciones y aventuras científicas. Su blog cultural se llama: La Aldea Irreductible.
No he podido evitar pensar en Obélix mientras os ponía esta referencia, porque es uno de los personajes favoritos de mi infancia (y espero que de la vuestra, pero si no es así nunca es tarde para empezar a leer una obra maestra). Y el caso es que lo de vacunar a los peques frente a las enfermedades es algo así como meterlos en la marmita cuando son pequeños para que no tengan que pensar en pociones más adelante. Teniendo la opción a mano, lo lógico es protegerles. Y pensando en Obélix y sus menhires, recordé lo que me impresionó el monumento a George Washington cuando fui a verlo en abril del 2019.

En ese viaje a Estados Unidos no imaginé ni por un segundo lo que nos esperaba a finales de ese año. El virus COVID-19 era un completo desconocido para mí. No lo esperaba (¿lo esperaba alguien?). Ahora mientras escribo estas líneas pienso en todo lo que hemos aprendido y lo que nos queda por aprender. Celebro que la ciencia y la tecnología nos den las herramientas para sobrevivir y que existan personas trabajando para que salgamos de esta pandemia. Personas cuidando de otras personas, y no me refiero solo a las que ocupan profesiones sanitarias.
Sirvan estas líneas para dar las gracias.

Me despido con un vídeo que en enero me llegó también por whatsapp y me hizo muchísima ilusión. Aquí termino. ¡Que la Ciencia os acompañe!
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