El otro día se me rompió la voz. Y fue mi culpa.
Llegué algo resfriado al primer pase de mi concierto en Valencia y terminé herido. No fui consciente de lo jodido q estaba y aún así, dí dos recitales más. Claro, al tercero me quedé afónico. Casi total.
Hay quien me dice que fue por hacer tres pases, práctica habitual ahora que se nos han reducido los aforos, pero yo no estoy tan de acuerdo. El tema es que si hubiera estado bien de la voz no pasaba nada, mi fallo fue hacer dos pases más estando ya herido. Es como jugar un partido y una prórroga habiéndote torcido el tobillo en el calentamiento.
Me quedé sin voz y con la garganta muy jodida. Suspendí mi concierto en Zaragoza (en breve anuncio nueva fecha) y regresé a Bcn. Al día siguiente descarte con un test negativo de Covid cualquier duda y desde entonces ando recuperando la voz y cada día ando mejor. Voy a poder cantar este Sábado en Alicante.
Hay quien vincula lo de la voz a las emociones. Yo no estoy nada seguro de eso, pero si me da por ponerme esotérico creo que lo de mi afonía ha sido una venganza del Karma por meterme tanto con el negacionismo de Miguel Bosé. Al final, la explicación es más simple, llegué resfriado y me jodí la garganta, y estando herido forcé mucho. De loco. No hay más. Pero ya estoy mejor y cantaré este finde.
Estamos viviendo un momento en el que los sentidos adquieren más importancia, o al menos me lo parece a mí. Están de moda. Pienso en los sentidos y me acuden pequeñas ideas asociadas a cada uno de ellos.
Nos han privado del Tacto. O al menos nos lo han limitado mucho, y empieza a ser normal no abrazar ni besar a amigos. Estoy harto y no quiero acostumbrarme.
Los que han pasado el virus han perdido el olfato y el gusto, y supongo que debe ser una sensación muy inquietante. Tampoco me lo puedo ni quiero imaginar.
El Oscar 2021 al mejor sonido se lo ha llevado Sound of metal. Una muy interesante película sobre la pérdida del oído de un batería de metal y los avances en implantes cocleares.
La vista, por supuesto, nos ha permitido en esta pandemia acortar distancias gracias a herramientas como WhatsApp o Zoom. Pero espero que vuelvan las jornadas presenciales a todos los ámbitos de la vida. Necesitamos a los demás, y mejor cerca.
La voz no es un sentido, pero es indudable que es fundamental, y además, está de moda, tal y cómo nos explicaba Ana en este artículo y David en este podcast. Parece que parte del futuro de las redes sociales orbitará alrededor de ella.
La cultura popular nos recuerda la jerarquía de las cosas importantes y por ello asocia la expresión la Voz cantante a aquel que lleva la iniciativa de las cosas, el que manda, el que lidera. Quizás por eso, estos días en los que he notado frágil mi garganta mi seguridad, de alguna manera, se ha tambaleado. Suerte que al tener la voz rota habitualmente lo disimulo mejor.
Entre gárgaras de infusiones varias, silencio y antiinflamatorios fuertes, mi voz ya está asomándose de nuevo herida y rasgada, pero tal y como me ha dicho entre risas mi querido amigo Zambayonny al escuchar un audio “Rafita, estás mejor que antes”.
Y es que parte de la maldición y de la bendición de tener la voz rota que tengo al cantar y al hablar es que se me notan mucho menos las heridas, que, por supuesto, siempre las hay.
Brindo por ello.