Mi amigo Guiu Cortés (El niño de la hipoteca) me dijo una vez algo que, para mí, resuelve la problemática de los límites del humor: El humor no tiene límites, tiene contextos.
Me parece súper brillante y certero, y quizás, ayude a resolver muchos de los problemas que se plantean.
No es lo mismo el chiste que puedes hacer en una cena con tus amigos que en una red social. No es igual un contenido erótico, violento o un chiste de humor negro en un canal de cable privado que en el horario de máxima audiencia en una televisión pública.
Es algo muy sensato, y muy evidente, quizás tanto que muchas veces lo olvidamos.El contexto lo es casi todo.
Pensando en mi carrera musical a veces me ha venido gente felicitándome por la suerte que tengo al cantar canciones con letras irónicas y que podrían entenderse como incorrectas en estos tiempos. Siempre he creído que eso ocurre porque la gente me conoce y entiende toda la historia: Quién lo canta (Los que vienen a un concierto salen con la percepción de saber mucho de mí), El contexto (los chistes, las risas o la emoción de la gente, es decir, el ecosistema del concierto, y toda esa amalgama de matices que nos definen crean un marco correcto en el que canciones como No te guardo rencor, por señalar una, reciente, funcionan sin ningún drama.
Siempre he sabido que si un día yo fuera famoso por algo no musical y quisieran atacarme lo harían sacando de contexto frases de mis canciones.
Ayer, tomando unas cervezuelas con Berenguer y Guiu me contaban que la tendencia, no obstante, entre las generaciones más digitales es tender a no captar las ironías.
Se conoce que al haberse criado en una era digital en la que los contextos apenas tienen importancia, con textos muy limitados en cuanto a caracteres y con unas redes sociales que atacan la literalidad de cada afirmación, la gente tiende a tomarse cien por cien en serio cada afirmación. Me asustó mucho saberlo.
Esperemos que no se pierdan las ironías, los contextos y los matices, así en general, porque en esa mezcla de grises, no solo nos movemos mucho sino que somos, a menudo, muy felices.