UNA CAMISA VERDE
Siempre se dijo que los gobiernos más importantes del mundo le ocultaban a la sociedad cualquier información clasificada que pudieran tener sobre OVNIS para evitar un posible caos en la población, y tenían razón, porque a los pocos minutos de que el flamante presidente de los EEUU, Rulfo di Tomasso, confirmara en cadena nacional que una gigantesca flota de naves extraterrestres se acercaba a la Tierra, se desató el caos en todos los países.
Las primeras horas tras el conmocionante anuncio hicieron recordar al comienzo de la pandemia cuando la gente asustada se apilaba en las puertas de los supermercados para ingresar a los empujones y arrasar con los productos en las góndolas sin mirar los precios remarcados, ni la funcionalidad. Llevaban azúcar, arroz y latas de conserva como así también pan fresco, vinos y triples.
Los más viejos, que habían vivido alguna guerra, se sonreían.
En las calles, en los bares, en las escuelas, en las oficinas, en los clubes, en todos lados se hablaba de marcianos y se miraba al cielo continuamente esperando ver algo. Las nubes parecían sospechosas, las que hasta ayer tenían forma de tiernos e inocentes ositos panda ahora parecían representar los rostros de horrendas criaturas tenebrosas. Y cuando caía la noche, cada estrella podía ser una nave que se acercaba haciendo llorar a los niños y temblar a los mayores. Convenía no mirar para arriba.

En la televisión todos los programas hablaban de lo mismo. Se debatían los motivos que podrían tener los alienígenas para visitarnos, se analizaba lo que sucedería con la economía mundial si nos extinguen, se preguntaban si teníamos el armamento suficiente para repeler un posible ataque o por lo menos para asustarlos, se discutía sobre si los extraterrestres habían tenido que ver con la creación del virus de la pandemia, se barajaba la hipótesis de convertirnos en esclavos de los invasores con tal de que no nos matasen e incluso hubo una famosa conductora que confesó que si prometían salvar a su familia ella sería esclava sexual de los extraterrestres. La sacaron del aire.
También se entrevistaba a supuestos especialistas que aportaron poco pero alarmaron mucho, otros que aconsejaban suicidarse y detallaron métodos caseros que abrían nuevos debates en el panel, otros que acudían al set con simpáticas antenitas en la cabeza para desdramatizar la situación logrando el efecto contrario ya que eran agredidos a la salida del canal y hasta hubo un histórico programa nocturno que se atrevió a realizar una encuesta para que los espectadores votaran sobre si los extraterrestres “Son malos” o “Son buenos”. Ganó “Son malos” 55% a 45% y la gente se asustó aún más.
La Canciller alemana, que había seguido el discurso desde su despacho en Berlín, no salía de su asombro ante las temerarias declaraciones del flamante mandatario estadounidense porque estaba rompiendo el acuerdo que habían alcanzado entre todas las potencias que consistía en emitir un comunicado conjunto desde la ONU cuando tuvieran un panorama más claro, por lo tanto su inmediata reacción fue la de realizar una pregunta que mezclaba bronca, impotencia y al mismo tiempo una cierta crítica a la figura presidencial: “¿Este payaso es un pelotudo o un hijo de puta?”.
Rulfo tenía muchos defectos, pero no era ningún pelotudo.
Automáticamente se activó el protocolo de urgencia y se convocó a una asamblea especial de la ONU con los representantes de las casi 200 naciones para tratar con celeridad el tema de las naves. Por supuesto el principal orador, tal cual había sido acordado por todos, sería el científico especializado en la materia: Wilfrid Voynich.
Mientras tanto, en el corazón del barrio de Vallecas, el teléfono del Cheba no dejaba de sonar desde que había concluido el discurso de di Tomasso. De un momento para el otro sus palabras tomaban valor de verdad con la confirmación oficial de lo que él ya venía anunciando tanto en entrevistas como en el multitudinario acto de la Puerta del Sol y por lo tanto le llovían invitaciones a los programas más vistos de la televisión española. Al mismo tiempo unos cuantos reporteros se apostaban en la vereda frente a su casa esperando a que saliera. Eso arruinó sus planes. Porque sus planes para ese día consistían en ir a comprarse un traje para asistir al exclusivo cumpleaños de la bella Esmeralda Casanova. Así funciona la cabeza. Pueden estar llegando diez, cien, mil o diez mil naves extraterrestres, pero si tenés una cita, tenés una cita.
Cuando se dio cuenta de que no iba a poder salir de su casa decidió buscar un traje que le quedara más o menos bien entre los que su padre tenía colgados en el ropero. Algunos estaban casi sin uso porque apenas se los ponía para asistir a un velorio o a algún casamiento y otros estaban un poco más gastados porque los utilizaba para ir a misa. Finalmente se decidió por uno negro con finísimas líneas grises que le quedaba un poco chico pero que si no se lo prendía se disimulaba bastante bien. El olor a naftalina se lo sacó tirándole mucho perfume y sacudiéndolo contra un ventilador. Camisas sí, había varias que se encontraban en buenas condiciones así que eligió una verde oscura gruesa de solapa muy ancha que siempre le había gustado cómo le quedaba al padre en alguna foto de cuando era joven. Corbata no. Zapatos sí. Unos mocasines negros que lustrados parecían recién comprados. Sombrero no. Prefirió el pelo engominado y atado con una media coleta en la parte superior de la nuca. Y el escudito del Rayo en la parte interna del saco, para la suerte.
No tenía regalo – y aunque su madre le ofreció prepararle una torta para que lleve – al Cheba le pareció más elegante asistir con un obsequio que nunca le había fallado en épocas de romances y que consistía en decirle al oído de la agasajada que él mismo sería su regalo. Una técnica innecesariamente riesgosa.
Se hacía de noche y los móviles de los canales de televisión continuaban en la vereda de su casa por lo tanto supo que era mejor salir a hablar porque sino no se iban a ir nunca. Fue entonces que, antes de meterse a bañar para cambiarse y salir rumbo al cumpleaños, se asomó al balcón de su habitación sobre Payaso Fofó y emitió a los gritos un mensaje como si fuera un político en un acto de cierre de campaña:
“Buenas tardes amigos periodistas, vecinos y transeúntes en general -cuando empezó a hablar se sumó más gente – Parece que las cosas han cambiado de pronto y recién ahora reconocen que yo les estaba diciendo la pura verdad. Tuvo que venir el presidente de Estados Unidos a meter la lengua para que ustedes lo siguieran como ratones de Hamelin. No les alcanzó con que un español honesto y trabajador como yo les contara consternado la noticia más importante de la historia. Siguieron teniendo dudas y en lugar de darme una oportunidad eligieron burlarse de mí y convertirme en meme. Necesitaban que venga el tipo éste que ni sabemos quién es para creer. Ahora ya está, sin rencores. Soy un hombre de amor y no de odios. Pero tenemos que darnos cuenta que eso nos pasa por estar mirando siempre para afuera, ustedes necesitaban la palabra santa del presidente de Estados Unidos, y eso es muy peligroso, porque mañana el presidente de Estados Unidos les va mentir porque le importa un carajo España y ustedes le van a creer. Es hora de cambiar, nos pasamos la vida despreciando lo que tenemos, lo que somos, nuestra mezcla maravillosa, nuestra idiosincrasia exquisita. Bueno, tal vez esta pesadilla sirva para que nos demos cuenta de una vez por todas que no tenemos nada que envidiarle a nadie. Somos España, somos un país que está lleno de ciudadanos honrados, trabajadores y que dicen la verdad. Seguramente ya es tarde, a lo mejor no tenemos mañana, a lo mejor estos sean nuestros últimos días de vida o de libertad, a lo mejor ya nada tiene sentido. No me importa. Permítanme decirles que yo no me voy a rendir, que yo siempre voy a creer en ustedes y que voy a luchar hasta mi última gota de sudor por este maravilloso país. Los quiero y los valoro. Gracias”
Entre aplausos y ovaciones se metió dentro de su casa y cerró la ventana. La madre y el padre lo miraban emocionados con los ojos llenos de lágrimas desde la puerta de su habitación y lo abrazaron como si hubiera ganado un Oscar. El Cheba también los abrazó. Nadie entendía bien lo que estaba pasando, pero era hermoso.
“lo que sucedería con la economía mundial si nos extinguen” que frase tan contemporánea. Es tan “ser humano siglo XXI”.
Es seguro que esa conductora conseguirá un puesto mejor muy pronto, mientras tanto, las citas son citas, pase lo que pase, genial Diego, Gracias amigo, muy buen trabajo.
Quién no cayó en la técnica innecesariamente riesgosa y quedó como el campeón de las boludas…