LOS DRÉPANOS: CAPÍTULO 46

EL MUNDO REAL

El Programa Migra comenzó a gestarse a finales de la Primera Guerra Mundial en Europa como una empresa de índole privada que era conformada por diversos grupos económicos, logísticos y políticos que tenían como objetivo esconder personas que fueran perseguidas por causas injustas (empezando por los propios fundadores) y que con el correr de los años fue creciendo ininterrumpidamente, mejorando y sofisticándose, hasta extenderse a más de cien países. 

En la segunda mitad del siglo XX algunas condiciones para aceptar Migrantes se fueron desregulando y por lo tanto el Migra comenzó a cobijar también a hombres y mujeres que por diversas razones querían esfumarse de sus vidas públicas y privadas incluso en algunos casos fingiendo su propia muerte, reemplazándose por otra o simplemente desapareciendo por cierto tiempo hasta que se solucionaran los problemas que los obligaban a ausentarse.

Por más que en sus inicios el Proyecto era casi filantrópico – quedando lo económico en segundo plano y prevaleciendo el sentido justiciero de la idea original – cuando comenzaron a cambiar las condiciones para resguardar nuevos integrantes el valor de la estadía aumentó exponencialmente convirtiéndola en algo privativo para la mayoría de la humanidad. Esto hizo que apenas los millonarios pudieran acceder al Migra, con lo cual se acabó por perder el concepto universal para el que había sido creado. Desde ese momento fueron gobiernos, fundaciones, mecenas u organizaciones de diversas características las que acabaron por financiar las estadías de aquellas almas que no podían pagar el servicio pero que debían ser resguardadas sí o sí.

Con el recambio generacional de autoridades, la nueva conformación del equilibrio mundial y la aparición de Internet, se buscó un punto de armonía entre la idea original del Migra y la necesidad económica para sustentarlo. Por eso desde el año 2000 para que una persona pueda convertirse en Migrante no alcanza con que él, o alguna institución, pague el elevado costo del servicio, sino que además también alguien de trascendencia y exposición pública debe convertirse en garante del ingresado respondiendo con su patrimonio y su prestigio ante cualquier cosa que suceda con su apadrinado.

En la actualidad son 102 países los que cuentan con Sedes del Programa Migra en puntos secretos y estratégicos de su suelo. Incluso algunos países tienen hasta tres en diversas ciudades de su territorio. Por ejemplo EEUU cuenta con Bases en Los Ángeles, Nueva York y Chicago; otros tienen dos como Francia en París y Marsella o Brasil en San Pablo y Brasilia; mientras que el resto cuenta con solamente una como por ejemplo España en Madrid frente a la Estación Príncipe Pío o México en DF bajo el bosque de San Juan de Oregón. 

Existen también algunas curiosidades. Por ejemplo Suiza y la India no cuentan con ninguna Base, la de Dinamarca está en Groenlandia, Rusia no se sabe si tiene, la de Libia fue arrasada, la de Japón es la única que está en los últimos pisos de un altísimo edificio, la de Finlandia es la más profunda de todas, la de Australia es la más grande y la de Luxemburgo la más pequeña.

Croacia, Eslovenia y Costa Rica son las postuladas en la actualidad para abrir nuevas bases, mientras que China cuenta con una organización similar a la Migra pero con otro nombre.

Generalmente (salvo excepciones geopolíticas) los edificios de la organización se encuentran dentro, frente o bajo grandes centros comerciales o estaciones de transporte multitudinarias para poder disimular el ingreso o egreso de huéspedes, alimentos y demás insumos.

La estratégica Sede de Argentina se localiza en las Galerías Pacífico de Buenos Aires, que es un enorme edificio de principios del siglo pasado con varias plantas y subsuelos en forma de laberinto. Ahí se hallaban originalmente las oficinas del “Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico” que iba desde esa ciudad hasta el océano Pacífico en Chile y por lo tanto era sencillo camuflar de pasajero a cualquier persona para enviarla, si era necesario, al puerto de Valparaíso con destino, por ejemplo, a Medio Oriente. También esta construcción se encuentra apenas a 600 metros de uno de los puertos de la Capital del país sobre el Río de la Plata al que se accede rápidamente por túneles de desagüe que permiten subir Migrantes a cualquier barco de la organización sin que nadie los pueda detectar. Además, en dirección contraria y a pocos metros, se alcanza la línea C del Subterráneo; ya sea por la estación Lavalle (a la que los pasajeros convenientemente ingresan como si lo hicieran a un edificio y no por las bocas tradicionales) o directamente en mitad del trayecto entre esa estación y la siguiente denominada San Martín. Es por eso que de vez en cuando el subte se detiene a mitad de camino entre ambas estaciones, en plena oscuridad, durante algunos segundos y sin motivo aparente. Eso ocurre porque están subiendo a algún Migrante a la formación para hacerlo desaparecer, sin que nadie pueda detectarlo, rumbo a las cabeceras de trenes interurbanos en Retiro o en Constitución. También pueden mezclarse a los huéspedes en los pasillos del subte con los miles de pasajeros que realizan combinaciones entre líneas bajo tierra. Por supuesto cuenta además con una salida subterránea hacia cuatro playas de estacionamiento lindantes a la galería donde suelen esperar motos o autos absolutamente discretos que no levantarían ni la más mínima sospecha de nadie. Por último, atesora también una reservada salida (o entrada) de emergencia sobre la peatonal Florida custodiada por un corpulento arbolito que aparenta cambiar dólares a los turistas.

Las listas de Migrantes en cada una de las Sedes mundiales son secretas y no se comparten con las demás. Nadie tiene el total conocimiento de las personas ingresadas a nivel mundial, ni cuánto tiempo llevan integradas, ni quiénes son sus compañeros de encierro. Solamente las autoridades mayores de cada uno de los puntos de la Migra conocen el nombre real de sus propios internos, pero desconocen el animal y color que el sistema les asignó. Paralelamente, la segunda línea de autoridad, conoce el animal y el color de los internos pero ignora sus nombres reales. Apenas los archivos encriptados guardan la combinación de ambas identidades pero se borran de manera automática si algún ajeno intenta hackear el sistema o si un refugiado muere dentro de las instalaciones. Sólo existe una única e histórica constancia en papel dentro de cartas enviadas a una insospechada casilla de correo de una iglesia en la República de San Marino (país que tampoco tiene Sede).

Una vez que alguien ingresa al Programa Migra es imposible de rastrear o de encontrar. Ni siquiera los gobiernos de los países conocen las identidades de quiénes las habitan en su propio territorio. Incluso cualquier intento de intromisión por parte de las autoridades políticas, jurídicas o de seguridad es considerada una agresión de guerra y automáticamente es respondida con filtración de información sensible sobre el país agresor o sobre sus garantes como ocurrió en 2014 con el Celebgate (perversamente un 31 de agosto) donde una de las víctimas había sido fiador de alguien que intentó incendiar una Sede y asesinar a un Topo.

En definitiva, las Bases de Migra funcionan como Embajadas paralelas y privadas.

Entre los escondidos existen algunos que vivieron hasta 50 años dentro del Migra, otros que se suicidaron a las pocas semanas, otros que fingieron su muerte, personas comunes que llegaron a un punto límite en su vida pública, y por supuesto hombres y mujeres perseguidos que consiguieron los contactos y el dinero suficiente para ser aceptados el tiempo que hiciera falta.

En la mayoría de los casos los Migrados son alojados en puntos que no tienen nada que ver con su propio país porque la organización utiliza la incuestionable regla de los diez mil kilómetros para alejar a sus protegidos oportunamente de sus zonas de conflicto.

Las instalaciones del Programa Migra son idénticas en todas partes como una franquicia que especifica puntualmente cómo debe ser cada detalle. Esto se decidió en la década del sesenta para que los Migrados no tuvieran que sufrir la adaptación a un nuevo sitio con cada movimiento a los que eran sometidos y para que al mismo tiempo no hubiera ningún tipo de preferencia de Sede a la hora de ser ingresados. Lo único que varía es el tamaño, ya que algunas son enormes y pueden albergar un máximo de 300 personas mientras que otras son tan pequeñas que apenas alcanzan para esconder a 10 o incluso menos.

Las habitaciones, los patios cerrados, las salas de juego, los lugares comunes, los baños, los talleres, las áreas de trabajo, los puestos de retiro espiritual, la comida, la bebida y los horarios son exactamente idénticos en todas partes. Incluso hay un único canal de televisión creado por la organización que se emite en todas las Bases a la vez con música relajante, conferencias sobre alimentación, cuidado del cuerpo, consciencia del espíritu, noticias ecológicas, videos de paisajes, juegos de conocimiento, recomendación de lecturas y ejercicios para la salud mental.

Durante la primera semana desde su llegada a los ingresados se les practica todo tipo de estudios médicos, se le informan las reglas de convivencia, se le comunican las condiciones de vida dentro del lugar y se le asigna un Monitor Master para responderles todas las preguntas que tengan sobre el sistema. 

El idioma que se habla en todas las Sedes es el Migranés, un lenguaje creado exclusivamente para que nadie pueda detectar el origen de los demás dentro del programa. Está compuesto por vocablos mezclados entre 17 idiomas conocidos donde cada uno de ellos aporta un conjunto de palabras hasta conseguir un lenguaje universal. Para dar un ejemplo del idioma Migranés utilizando una situación cotidiana podría decirse Mesa en Chino, plato en Francés, comida en Latín, hambre en Inglés, almuerzo en Castellano, cena en Alemán, agua en Ruso, cubiertos en Árabe, silla en Suajili y postre en Portugués. Así con todo lo demás.

Según las estadísticas de la propia organización un ingresado tarda entre 15 y 19 meses en dominar el Migranés con la ayuda diaria de su Monitor Master.

La alimentación en Migra es absolutamente sana, no hay bebidas alcohólicas, ni sal, ni azúcar, ni exceso de harinas y por supuesto no se permite fumar, ni drogarse. Es envidiable la salud y el estado físico de todos los asilados que elevan su expectativa de vida. Incluso durante la pandemia no tuvieron contagiados en ninguna de todas las Sedes alrededor del planeta.

Por otra parte los internos visten toda la gama de prendas otorgadas por la organización con los colores típicos de la Migra (rojo, amarillo y negro). También pueden elegir entre llevar máscaras o exponer su rostro ante los demás Migrados. Apenas un 10% mantiene las máscaras al cabo del primer año aunque casi el 50% lo elige como opción cuando ingresa. Lo más común es que las utilicen sólo ante algunos compañeros de encierro y no todo el tiempo.

Las máscaras a medida son caricaturas coloreadas de los animales que les haya asignado el sistema a cada uno de los huéspedes.

Cualquier interno del programa puede abandonar las instalaciones en cuanto lo solicite y sin el más mínimo inconveniente; sólo debe comunicarlo con una semana de anticipación para dar tiempo a confeccionar la logística del reintegro a la sociedad pero sabiendo que si revela la existencia del Migra o cuenta cualquier detalle de la organización será asesinado un miembro de su familia, luego él y por último se arruinará la reputación de su fiador.

Más allá de las conversaciones libres que puedan tener entre internos (donde cada uno elige qué quiere contar de su vida real y qué no) el único verdadero contacto con la realidad que tienen es a través de su propio garante quién podrá enviarle mensajes a su apadrinado por intermedio de las autoridades para contarle lo que crea que sea indispensable para la persona encerrada. Sin embargo, si el huésped decide leer aunque sea uno solo de esos correos, deberá abandonar el Proyecto Migra de inmediato. De esta manera no hay ventaja de información para ninguno de los Migrantes.

Por último (y fundamental para lo que estaba por suceder en el planeta) también hay gente que fue obligada a ingresar al Proyecto por diversas razones de altas esferas. Justamente una de las personas más famosas del mundo está viviendo en la Sede argentina del Programa Migra desde hace 25 años con el nombre de Jirafa Azul sin que nadie la haya podido reconocer bajo su máscara. Claro, hasta que llegó Voynich.

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2 comentarios

  1. No se si entraría. Por aquello de “…envejece junto conmigo, lo mejor aún no ha venido. El fin de la vida para el cual fue creado el principio”. (“siempre tan solo… rodeado de gente”).