LA CENA CON BATMAN
Por más que el Secretario de Estado le había advertido a Rulfo que debía ser absolutamente discreto en la cena con Batman y no hablarle acerca de su identidad secreta, el Presidente de Estados Unidos estaba emocionado como nunca antes porque Batman siempre había sido su personaje favorito desde niño. Jamás se perdía el estreno de sus películas, contaba con una colección de cómics envidiable y se había disfrazado del hombre murciélago en decenas de fiestas. Incluso había mantenido acaloradas discusiones defendiéndolo por sobre Superman, ya que según su punto de vista, el enmascarado era un ser humano valiente e inteligente que gracias a su dinero y a su voluntad había conseguido situarse a la altura de los que tenían poderes sobrenaturales. Se sentía profundamente identificado con él.
La noche anterior a la cena soñó que Batman lo salvaba de un incendio, pero como su capa le quedaba enganchada en una ventana al abandonar el edificio, Rulfo lo ayudaba a liberarse a pesar del humo y de las llamas. Al llegar a la vereda sanos y salvos, Batman le agradecía su valor y le proponía conformar juntos un equipo especial para combatir al crimen. A Rulfo esa propuesta lo conmovía infinitamente y por lo tanto le respondía que él era capaz de renunciar a la presidencia de Estados Unidos con tal de estar a su lado pero que no quería ser como Robin porque no estaba acostumbrado a recibir órdenes y menos a ser el “segundo“ de nadie. Entonces Batman le prometía que trabajarían a la par porque lo consideraba un igual a él, no como Robin al que creía un “debilucho de buen corazón“. Rulfo se puso muy contento y le dio la mano aceptando el cargo. En su íntima convicción, su idea era un día reemplazar a Batman en caso de que el superhéroe muriera o que alguien lo matara. Incluso pensó que podía matarlo él mismo, ya que lo tendría muchas veces a mano para asesinarlo a traición. Acto seguido entraban ambos a un café y se disponían a redactar en una servilleta la carta de renuncia a la presidencia del país mientras veían por la ventana como un hombre le arrebataba la cartera a una anciana y entonces Batman, señalando al ladrón que se escapaba corriendo, le decía a Rulfo: Si querés empezar hoy mismo, Dios te está ofreciendo una oportunidad de oro. Ambos se reían porque Rulfo no quiso correr al delincuente porque ya estaba medio lejos.
Se despertó feliz y tardó unos segundos en comprender que había sido sólo un sueño, sin embargo en su cabeza quedó abierta la posibilidad de intentar durante la cena ofrecerse como colaborador. Nunca se sabe lo que el otro necesita.
Durante la mañana revisó el menú, eligió la ropa (pensó en ponerse el disfraz pero le pareció mucho) y estuvo todo el día postergando asuntos de gobierno porque tenía la cabeza puesta en la cena con Batman.
A las 20 hs ya estaba sentado en la cabecera de la larga mesa y los mozos esperaban para leer la carta. Batman se estaba retrasando algunos minutos y Rulfo supuso que estaría combatiendo el crimen por lo tanto no lo consideró una descortesía, sino muy por el contrario, consideró que era la comprobación de su actividad como superhéroe ya que nadie llegaría tarde a una comida con el Presidente de los Estados Unidos.
A las 20:17 el Secretario de Estado le avisó que Batman ya estaba en la Casa Blanca y Rulfo di Tomasso se puso tan nervioso que tenía que hacer un gran esfuerzo para que no le temblaran las manos transpiradas. Se levantó de su silla y caminó hasta la entrada del salón para darle la bienvenida. Un minuto después se abrió la puerta y apareció Batman. Estaba sin el traje de superhéroe, vestía saco, corbata y era bastante más flaco y bajo de lo que había imaginado. Rulfo tenía los ojos llenos de lágrimas por la emoción y al verlo tan bajito supo que tenían todavía más valor aquellas batallas que había ganado cuerpo a cuerpo contra villanos más altos y poderosos. Se acercó a darle la mano y Batman, visiblemente conmovido por conocer al Presidente de Estados Unidos, le obsequió una botella de vino fino. Rulfo agradeció mucho el gesto pero le llamó la atención que el vino fuera tan barato siendo que Batman era millonario.
El invitado miraba deslumbrado los interiores de la Casa Blanca como si no pudiera creer que estuviera ahí. Rulfo lo notó enseguida y como buen anfitrión rompió el hielo diciendo que él tampoco se acostumbraba a tanto lujo pero que debía respetar el protocolo del gobierno. Batman hizo un gesto cómplice como dando a entender que él haría lo mismo y ambos se rieron brevemente antes de sentarse.

Una vez acomodados en la mesa se les acercó el chef y les explicó todo el menú. Era una lista larga de platos de entrada, platos principales y postres. Rulfo lo escuchaba con una sonrisa dibujada queriendo que el chef se apurara y se fuera para poder conversar tranquilo con su invitado. Muy por el contrario, Batman asentía sorprendido con cada comida que nombraban y lo miraba a Rulfo como diciendo que estaba muy bien el menú. Cuando por fin el chef terminó de decir todo lo que tenía que decir y se retiró, se acercó el jefe de bodega para enumerar todas las bebidas disponibles por si tenían alguna preferencia especial entre champañas, vinos, licores, etc. Rulfo hizo un gesto con la mano apurando el trámite para que trajera cualquier cosa y Batman propuso abrir el vino que él había traído para no sentir que no estaba aportando nada. Incluso aclaró que estaba un poco tibio porque el tren estaba muy lleno, pero que si lo ponían diez minutos en el congelador tendría una temperatura ideal. “Y si no le ponemos unos hielos“ concluyó para resolver el asunto. El jefe de bodega arqueó las cejas y miró a Rulfo esperando instrucciones. El Presidente quiso creer que era una broma pero en el fondo sabía que no, de todos modos le ordenó que pusiera el vino en el freezer y que mientras tanto trajera un Dom Pérignon Rosé Gold. Batman también arqueó las cejas, colocó los labios en forma de beso y sacudió la mano mientras decía: Saladito eh.
Rulfo supo que la noche terminaría mal, pero no tan mal.
Al mismo tiempo en la central de la NASA, Trevor, el director de la institución, era informado a los gritos de la noticia más importante de la historia de la humanidad: Miles y miles de naves extraterrestres se aproximaban a la Tierra por el sector opuesto al que habían sido divisadas la primera vez. Ya nada volvería a ser lo mismo y todos lo supieron de inmediato.
Superado el estupor inicial y tras revisar la trayectoria, chequear que no hubiera ningún error y compartir la información con otras agencias espaciales del mundo, se llegó a una terrible conclusión. Las naves estarían alcanzando nuestro planeta el miércoles 21 de diciembre de 2022. Faltaban 4 días.
El miedo y la angustia se expandieron rápidamente. Según los primeros cálculos de los científicos, la flota extraterrestre ya no se desplazaba a la velocidad de la luz sino que muy por el contrario estaba desacelerando su ritmo con toda lógica. Estimaron que posiblemente llevarían ya varios días o tal vez semanas disminuyendo la rapidez de su trayectoria. Es que si un auto que viaja a 120 km por hora necesita 40 metros para detenerse o si un avión comercial que vuela a 900 km por hora coloca sus motores en punto muerto para planear 20 minutos antes de aterrizar, no es difícil de imaginar el tiempo que les podría llevar si viajaran… ¡A 300.000 kilómetros por segundo!
El jefe de bodegas de la Casa Blanca destapó el champagne que había pedido el Presidente y Batman le preguntó si podía darle el corcho como recuerdo para hacerse un collar. Se lo dieron y lo guardó contento en un bolsillo del saco.
Rulfo estaba cada vez más desconcertado, pero la inquebrantable admiración que sentía por el superhéroe desde muy pequeño le hacía justificar en su cabeza cada cosa que ese hombre hiciera. De inmediato alzó su copa y le cedió el motivo del brindis a Batman quién tras dudar unos segundos, y mirar a su alrededor como un niño fascinado, exclamó en un grito: ¡Por la legalización de la marihuana y por las Chivas de Guadalajara!
Acto seguido chocó tan fuerte la copa que se volcó bastante champagne sobre la mesa.
Rulfo comenzó a dudar.
- ¿Sos mexicano?
- Por parte de madre
Inmediatamente se acercó un mozo para cambiar los individuales y los platos mojados. Batman hizo un comentario sobre la velocidad que tenían esos tipos para mantener todo limpio y que le vendría bien uno de esos en su casa que era siempre un quilombo. El Presidente asintió con la cabeza, bebió su copa hasta el fondo y pidió que se la llenaran de nuevo. Batman preguntó dónde quedaba el baño porque se estaba orinando desde que había salido del trabajo y Rulfo le señaló una puerta con la pera.
Estuvo 12 minutos.
En ese ínterin Rulfo di Tomasso se tomó la botella entera, pidió otra, le dijo al jefe de bodega que se llevara el corcho y con una evidente furia contenida aprovechó para llamar al Secretario de Estado. No lo atendió. Insistió varias veces mientras Batman continuaba en el baño pero no tuvo respuesta. Fue entonces cuando arrojó con bronca el celular sobre la mesa y le pidió a uno de los mozos que fueran a buscar de inmediato al funcionario.
Salió Batman con mucho olor a desodorante, sin corbata y con el pelo mojado peinado para atrás.
- ¿Llegó la comida? – preguntó con ansiedad – es que tengo una lija… – dijo mientras le palmeaba la espalda a Rulfo y se volvía a sentar. – ya se lo notaba más suelto – ¡Apa! Parece que nos abrimos otro tubo – dijo señalando la nueva botella de champagne – ¿Y el corcho? – preguntó mirando el piso para ver dónde había caído.
Rulfo tomó la botella, puso los dos pies estirados sobre la mesa y se la bebió directamente del pico sin quitarle los ojos de encima a Batman.
- Me parece genial – exclamó el invitado sacándose los mocasines y las medias de algodón mientras también subía los pies a la mesa – no aguantaba más los timbos estos, son de mi primo y me quedan dos números chicos.
El Presidente supo que debió haberlo matado cuando se lo propusieron.
Mientras tanto la noticia sobre el avistamiento de una enorme flota extraterrestre rumbo a la Tierra ya era un rumor creciente en Twitter aunque nadie se atrevía a confirmarlo oficialmente. Sin embargo, cuando los periodistas comenzaron a llamar insistentemente a las agencias espaciales y a su larga lista de contactos ya fue imposible contener la información.
A Clemencia Rodríguez le avisó directamente Trevor, y ella decidió convocar de urgencia a todos los presidentes del mundo para una sesión especial en la ONU. La idea que siempre había tenido desde la primera aparición de las naves era la de consensuar un protocolo de acción conjunta entre todas las Naciones, con alerta máxima de las fuerzas de guerra pero sin realizar ninguna actividad bélica hasta conocer las intenciones y el poderío de los invasores.
Frenéticamente fueron contactando de manera confidencial a los mandatarios de todo el planeta para informarles acerca de la nueva situación y pidiéndoles que por favor no alarmaran a sus conciudadanos hasta no tener una certeza más acabada sobre el avistamiento.
- ¿Por qué estás acá? – le preguntó Rulfo a Batman ya absolutamente resignado al absurdo de la situación
El visitante se sonrió mientras se prendía un cigarrillo armado
- Me trajeron porque me dijeron que usted me quería conocer… ¿Se puede fumar no?
El Presidente se levantó de su silla y caminó amenazante hasta Batman de manera muy lenta. Cuando llegó a su lado le extendió la mano pidiéndole un cigarrillo, entonces Batman le dio el que estaba fumando y se prendió otro, fue entonces cuando Rulfo le acarició con dulzura el cabello hacia atrás y le preguntó en un susurro que atemorizaba.
- ¿Vos sos un loco lindo o sos un loco de mierda?
Batman se encogió de hombros asustado pero no perdió su sonrisa pícara para responder:
- Un poco y un poco, Presi, como todos…
En ese momento ingresó apurado el Secretario de Estado y por más que tenía una información muy delicada para informar al Presidente no pudo evitar la sorpresa que le provocó verlos en esa situación.
- ¡Ah! Por fin apareciste… Éste es el hijo de puta que te invitó a mi casa – le dijo Rulfo a Batman señalando al Secretario de Estado que los miraba visiblemente nervioso.
- Señor, hubo un malentendido con este caballero… – reconoció el funcionario señalando al visitante que se apuraba a beber el champagne antes de que lo echaran
- Un mal-en-ten-di-do… – repitió Rulfo en voz baja como si estuviera a punto de gritar
- Si, señor, pero lo vamos a solucionar ya mismo – dijo mientras le indicaba con las manos a Batman que se levantara de la silla y que enfilara hacia la puerta. Batman se metió una copa en el bolsillo y preguntó si se podía llevar la comida que no habían alcanzado a servir. Le dijeron que sí y los mozos lo trasladaron a la cocina.
- ¿Te firmo un autógrafo? – alcanzó a preguntarle al Presidente antes de cruzar la puerta.
Rulfo le respondió que no con el dedito.
- Tengo algo muy importante que contarle – intentó retomar el Secretario
- Me imagino… ¿Mañana viene a desayunar Mickey Mouse, hijo de puta?
- Señor, por favor – insistió el Secretario – tengo información calificada para contarle
- Me quisiste cagar la infancia – le recriminó Rulfo con la vocalización bastante afectada por el alcohol
- No, señor, fue un malentendido imperdonable, lo reconozco, pero lo que tengo para decirle es mucho más importante – Rulfo negaba con la cabeza mirando la silla vacía que había dejado Batman, sintió que lo extrañaba – una flota con más de diez mil naves extraterrestres se aproxima a nuestro planeta y estarán aterrizando dentro de 4 días.
Rulfo todavía no volvía en sí.
- ¿Un miércoles?
- ¿Eh? Sí, sí, señor, cae miércoles – contestó el Secretario desconcertado
- ¿Pero no se habían ido estos bichos?
- Si, pero volvieron por el otro lado – respondió el Secretario sin dar muchas más precisiones
- ¿Pero cómo carajo vienen por otro lado? – exclamó el Presidente golpeando la mesa sobreactuando un enojo que en realidad tenía más que ver con el malentendido de Batman que con las naves – Pase ya mismo la Alerta Nacional a DEFCON 1 y prepare las armas nucleares para atacar apenas tengamos capacidad de alcance.
- Señor, la ONU prefiere esperar para ver cómo evoluciona la situación y propone una sesión de urgencia con todos los presidentes del mundo a la cual, por supuesto, usted está invitado
Se escucharon ruidos de platos y fuentes que se caían en la cocina.
- Señor Secretario, no sé si me escuchó bien así que se lo repito: Pase la Alerta Nacional a DEFCON 1, prepare los misiles nucleares para lanzar un ataque preventivo apenas tengamos posibilidad de alcance y dígales a los tibios de la ONU que acá tienen un presidente con las pelotas bien puestas.
La mejor defensa es un buen ataque – “El arte de la Guerra – Sun Tzu”. Me lleva la chingada madre que nunca me imaginé un secretario de estado podía confundir a Batman. Ni por error.
Exelente zamba. Por un momento lo sentí a Marito morresi sentado con Rulfo