LOS DRÉPANOS: NOTA AL MARGEN 1

A mediados de la década del ochenta, unos días antes de casarse, Anke soñó con su exnovio y decidió llamarlo para invitarlo a que se encuentren y así contarle personalmente que iba a contraer matrimonio con su nueva pareja. 

La decisión de contactarlo le costó mucho porque no estaba segura de estar actuando éticamente bien y además porque no tenía muy en claro lo que iba a suceder en esa última cita que le estaba por plantear al hombre con el que había convivido durante algunos años entre idas y vueltas. Sinceramente no sabía cómo podía reaccionar él con un llamado tan directo después de tanto tiempo pero sentía que era algo necesario para intentar cerrar esa etapa de la mejor manera posible y dar vuelta definitivamente la página. El encuentro podía terminar siendo una inofensiva conversación de dos viejos amigos que cenan en un restaurante o convertirse en una noche de sexo desenfrenado entre las sábanas discretas de algún hotel escondido, por eso llamó.

Hacía casi 3 años que no tenía contacto con él pero su corazón siempre le había guardado a ese hombre un lugar más importante de lo que ella hubiera sospechado.

Tras meditarlo durante algunas horas discó el número de su casa.

La atendió la madre de él con la voz quebrada y entre lágrimas le contó que había ocurrido un accidente.

Ella se quedó consternada y en silencio. Desde ese día se juró no perdonar a nadie.

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