LOS DRÉPANOS: NOTA AL MARGEN 2

Una fría mañana de septiembre a finales de los años 70, en el Colegio Católico Saint George situado en las afueras de Londres, el Padre Coughlan comenzó su clase hablándoles de Adán y Eva a sus alumnos de 6 años.

El pequeño Wilfrid miró sorprendido a sus compañeros para ver si alguno más estaba sintiendo lo mismo que él sentía, sin embargo muy por el contrario, se encontró con rostros inocentes que escuchaban encantados al sacerdote. Fue entonces cuando levantó la mano.

El cura sonrió de manera condescendiente e interrumpió de inmediato su narración para darle la palabra al niño, seguramente creyendo que le haría alguna de las típicas preguntas que cada año recibía por parte de los pequeños referidas a la biblia. Pero esa mañana las cosas serían distintas.

  • ¿Usted conoce la teoría de la evolución de Darwin?

El padre Coughlan se sorprendió tanto al oír esa pregunta que se enojó.

  • ¿Qué tiene que ver eso con lo que estamos hablando, Wilfrid? Por favor, haz silencio y presta atención.

Wilfrid avergonzado hundió su cabeza entre los hombros y en silencio se fue dejando caer lentamente resbalando por el respaldo de la silla. 

Sin embargo, a los pocos minutos, el Padre Coughlan les aseguró a sus alumnos que Dios había creado al mundo en 7 días. 

Si un alumno promedio, con el mínimo sentido común y un poco de inteligencia, podía darse cuenta de que era absurdo lo que le estaban diciendo, imagínense lo que sentía un niño prodigio como Wilfrid al que además le fascinaba la ciencia y a esa edad ya había leído algunos libros. 

Volvió a levantar la mano.

El sacerdote lo fulminó con la mirada y continuó hablando sin dejarle hacer la pregunta, sin embargo el alumno alzó su voz profunda por sobre la del adulto.

  • ¿Usted oyó hablar de la teoría del Big Bang?

El cura furioso caminó hasta donde estaba el pequeño y tomándolo de la oreja lo sacó del aula ante las risas y las burlas de los demás niños.  

Le exigieron como penitencia que rezara el Ave María 20 veces.

Wilfrid en voz baja recitó una y otra vez el orden de los planetas.

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2 comentarios

  1. Me lo imaginaba así de chico a Voynich!
    Me parece muy divertido que haya ido a una escuela católica.