Serrat podría no existir

Lo primero que voy a hacer antes de que nadie me mate es aclarar que Serrat existe, y menos mal.

Ayer Serrat anunciaba su retirada. La noticia salió como algo inesperado y un tanto desapercibida para lo que podía haber montado el hombre para anunciar algo así. Cumple 74 años y dice que prefiere que le jubile un escenario a un virus.

Ayer pensaba yo muchas cosas sobre esta noticia. Pero sobre todo me venía una cosa a la cabeza: Serrat podría no existir, y nos lo hubiéramos inventado igualmente. Serrat, como concepto,  es de esas cosas, pensaba, que la humanidad necesitamos tener para ser mejores. Por lo tanto, si no existiera de verdad, lo hubiéramos hecho nosotros real.

Serrat une. Tiene esa capacidad. Nos iguala a todos. Da igual de dónde vengas, cómo seas, tu equipo, tu partido político, tus creencias. Serrat nos une. Genera el efecto Maradona. Sus canciones, su música, nos hace iguales a todos. Los músicos alaban sus canciones y lloran hoy. La grandeza de esto es que no hace falta ser músico para ello. Todos lloramos su adiós.

No quiero ponerme señor mayor y pensar en qué han inventado las nuevas generaciones igual que nosotros inventamos a Serrat. Pero es que no me viene nadie a la cabeza. No sé, si algún joven en la sala me pudiera decir, estaría encantado de descubrir ese nuevo invento. Porque tengo la sensación de que nos quedamos un poco huérfanos hoy. Nos queda el tío malote, Sabina, el hermano de tu madre al que admiras porque siempre está por ahí libre, disfrutando de la vida. Pero no es Serrat. No es papá.

Como soy de Barcelona y me he dedicado a la música he tenido la suerte de haber comprobado varias veces que Serrat existe. Me lo he encontrado en camerinos, pero también en lugares menos camerinos. Explico esto porque me encanta la foto que ha elegido para la despedida, con esa boina.

Tengo un recuerdo precioso de la primera vez que vi a Serrat en persona. Fue en la Sala Vivaldi de Barcelona. Tuvimos que comprobar varias veces que aquel señor de boina gastada con riñonera hippy que había llegado y se había sentado en aquella mesa a ver un concierto de Jofre Bardagí donde apenas éramos 20 personas era él. Pues lo era. Llegó caminando, me dio 10 euros para la entrada, “Bona nit, noi” me dijo y entró dentro. Varias otras veces le he visto vestido de esa guisa, lejos de cualquier tipo de vestimenta extravagante de leyenda de la música. Maravilla.

Os dejo mi canción favorita de él.

Gracias por todo, nano, nos has hecho mejores.

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