Ir al cine en los años 80s era una ruleta rusa. Los trailers los veías en las propias salas o con mucha suerte en televisión con ínfima repetición.
Si estabas dentro de un cine y ponían un trailer que te gustaba, hasta el lanzamiento podía pasar casi un año ya que muchas veces se presentaba un trailer con la película sin acabar para medir el interés.
La duración de un trailer no cambió demasiado, pero como se vivía a otra velocidad y el montaje cinematográfico no era tan vertiginoso la sensación de lentitud es brutal.
Si tienes la tarde libre presta atención a lo que tarda el Logo de Star Wars en llegar al centro de la pantalla y a la selección de planos para venderte la película.
Sucedían dos cosas en los trailers. O te pasaban un sin sentido de imágenes que no contaban nada pero te hacías a la idea de por donde iban los tiros, o sentías que te contaban toda la historia como es el caso del trailer de The Goonies.
Si habías tenido la suerte de haber asistido al cine, y de que en esa función te pasen el trailer y de que ese trailer te guste, entonces, sólo así, eras un espectador potencial.
Qué fácil nos lo puso youtube y cuánto daño hizo al Hype.
Entonces, si los planetas no se alineaban y no te cruzabas con toda esta información, ¿cómo nos enganchábamos?
Y es aquí en donde entran los tres nombres más importantes del marketing cinematográfico: Drew Struzan, John Alvin y Bob Peak, la trinidad del Cartel de cine en los años 80s.
Para mi, Drew Struzan es los carteles de Cine lo que John Williams es en las bandas sonoras. Y basta con mirar parte de su obra.



De esta trinidad el único vivo es Drew Struzan pero lamentablemente abandonó el mundo del espectáculo cansado del maltrato. Recomiendo muchísimo el documental: Drew: The Man Behind the Poster, hay varios fragmentos en youtube.
Una responsabilidad enorme caía en las manos de estos tres gigantes de la ilustración cinematográfica, en una época en donde no había tantas plataformas sobre las que poder difundirse.
Yo fui a ver muchísimas de estas películas porque recortaba los posters del periódico o de revistas. Me fascinaba las composiciones que conseguían. A día de hoy los VHS originales con estas ilustraciones son codicia de coleccionistas.
Con la desaparición de estos maestros, los carteles de cine entraron en un copiar y pegar que es mejor dejar para otra publicación. Prefiero no manchar este homenaje a los únicos capaces de hacer que una imagen valga más que un trailer.