Ya hemos hablado en otra ocasión de vinilos musicales hechos con materiales curiosos o detalles geniales que los hacen obras dignas de ser coleccionadas. Pero eso eran ideas simpáticas salidas de las mentes de algunos músicos o simples argucias de marketing para vender más copias.
Lo que os explicamos hoy fue una brillante y loca idea salida de la pura necesidad de poder crear vinilos con música prohibida y censurada durante la Guerra Fría en la Unión Soviética (sobretodo entre los años 50 y 60). Y es que el gobierno ruso era muy estricto con qué podía publicarse en su territorio, sobretodo si eran discos importados de países como los Estados Unidos o música de compositores rusos exiliados y críticos con el comunismo.
Así que los fabricantes clandestinos de discos, para evitar la supervisión del gobierno ruso a la hora de saber qué música querían distribuir en Rusia y la imperiosa necesidad de crear un producto de bajo coste tuvieron la genial idea de crear vinilos a partir de radiografías médicas que los hospitales tenían la obligación de destruir una vez cumplida su función (pero que obviamente vendían ilegalmente a quién fuese por un módico precio).
Así que con esas radiografías los fabricantes de discos con música prohibida en Rusia podían crear sus propias versiones pirata de discos, con la particular curiosidad de que cuando ponías un disco de Elvis Presley podías ver como la radiografía de un fémur fracturado iba girando lentamente en tu tocadiscos. O cómo un pulmón de alguien desconocido iba dando vueltas mientras sonaba jazz americano. Un poco hipnótico o más bien inquientante, según cómo se mire. La calidad, evidentemente, no era tan buena como la de un disco de vinilo auténtico, porque el grosor de una radiografía no es la misma (algunos lo definen como escuchar un disco que parece sonar tras una capa de arena que le quita definición a la música), pero cómo naturalmente internet aún no iba a inventarse hasta unas décadas más tarde, esos discos con imágenes del interior del cuerpo humano de ciudadanos rusos anónimos eran la única alternativa para poder escuchar música occidental considerada indigna por el gobierno ruso de esa época.
Los vendedores de esos discos piratas los llamaban “discos huesos” o “música en costillas” y solían crearse de forma muy artesanal: solían usar tijeras de manicura para crear la forma circular de un vinilo y luego creaban el clásico agujero central quemándolo con un cigarillo.
Aprovechando el hecho de que una radiografía es mucho más maleable que un vinilo auténtico, los vendedores podían doblarlos y esconderlos fácilmente debajo de sus ropas cuando quedaban con algún posible comprador, sin levantar sospechas de ninguna autoridad o espía. Eso sí, estos discos no solían sonar decentemente tras más de 10 escuchas, porque los surcos se desgastaban fácilmente.
En el siguiente pequeño documental disponible en YouTube (en ruso con subtítulos en inglés) podéis ver mucho más del proceso e historia de estos curiosos vinilos y escuchar cómo sonaban.
También está esta interesante página (en inglés) con más información y grabaciones de cómo sonaban estos curiosos vinilos.